viernes, 4 de octubre de 2013

El capitalismo no da para más





[ No es casual que los mismos que defienden el cierre de escuelas, colegios, hospitales, museos públicos  o  parques nacionales sean los que financian sin límite las guerras genocidas, los ataques brutales a los derechos humanos, la tortura, el espionaje generalizado y el desmantelamiento de las democracias ]

El llamado “cierre” del gobierno de Estados Unidos puede interpretarse  y  valorarse  de muchas formas,  pero creo que  -por encima de todo-  refleja que  el capitalismo no da para más.

Y no estamos hablando de que un país arruinado de África,  disponga de una administración pública mínima.  No nos referimos -ni siquiera-  a que una gran economía no esté en condiciones de financiar servicios básicos  -pero caros-  de salud o educación para toda su población.  No.  Según la Oficina del Censo de Estados Unidos allá hay más de 46 millones de pobres  y  más o menos el mismo número de personas, que no tiene asegurado la atención médica en caso de enfermedad;  una de cada seis personas que pasa hambre  -según ‘Feeding America’-,  y  casi  700.000  personas sin ningún tipo de vivienda…

Pero es peor.  Se trata de que ‘la primera potencia mundial’ no puede pagar el día-a-día de las actividades elementales de su funcionamiento gubernamental.

Y esto no es la primera vez que sucede.  Ya  ha ocurrido 18 veces desde 1976   (la última ocurrió en 1996),  y,  en la realidad,  esta vez  se trata de un vil chantaje político de los republicanos más extremistas… vil, porque han sido precisamente los republicanos quienes más deuda han generado en los últimos 35 años.  Un estudio del  ‘Center on Budget and Policy Priorities’  ha demostrado que el  55,8 %  de la deuda actual  la  generaron los recortes fiscales,   el coste de las guerras de Irak  y  Afganistan;   los gastos de estímulo de George Bush al gasto militar  y  los recortes fiscales de Reagan,  mientras que las políticas de Clinton  y  Obama solo han contribuido  a  generarla  en  un  28 %.

La realidad es que detrás de esa medida no hay una razón fundada que obligue a recortar los gastos públicos.

Estados Unidos podría seguir financiando los servicios públicos a los que renuncia en estos días,  no sólo  sin necesidad de recortar un sólo dólar en gasto público,  sino incluso aumentándolo,  para cubrir las necesidades de la población de menor renta.

Afirmar que hay que recortarlos para poder reducir los déficits  y  la deuda  es una falacia que oculta la verdad de las cosas:  son los gastos militares  (que representan algo más del déficit total previsto para 2013)  y,  sobre todo,  los recortes fiscales que se vienen realizando en los últimos treinta años para favorecer a los ricos y a las grandes empresas,  lo que realmente dispara su deuda pública.

Según un estudio de  ‘Ciudadanos por la Justicia Fiscal’,  los recortes de financiación al sistema educativo de Estados Unidos fueron de 12.700 millones de dólares en 2012,  más o menos la misma cantidad que han evadido anualmente en impuestos estatales entre 2008 y 2010,  las 265 mayores empresas del país  (6 Facts About Hunger That Demonstrate the Shameful Excesses of American Capitalism).  Y -además-,  según esa misma organización,  26 grandes empresas no pagaron impuestos entre 2008 y 2011,  a pesar de haber registrado  205.000  millones de dólares de beneficios (!) …

Según un informe de la  ‘Oficina de Presupuestos del Congreso de los Estados Unidos’  (The Distribution of Major Tax Expenditures in the Individual Income Tax System),  los recortes fiscales que viene realizando el gobierno tienen un costo de 900.000 millones de dólares este año  y  por su causa,  dejarán de ingresar  12 billones de dólares en los próximos diez años.  Si a esos recortes se añaden las ayudas fiscales a los ricos  y  lo que se pierde por evasión de impuestos que van a paraísos fiscales,  la merma anual de ingresos  es de unos 2 billones de dólares.

Otro estudio de  ‘Deloitte Center for Financial Services’,  calcula que la riqueza neta de las familias que disponen de más de 1 millón de dólares anuales,  fue de  38,6  billones de dólares en el 2011.  Eso significa que con un mínimo impuesto del  2 %  sería más que suficiente para financiar el déficit previsto para 2013,  y  que sólo con eso se recaudaría algo más de la mitad de lo que pagan cada años todos los norteamericanos en impuestos individuales.

La realidad no es que en Estados Unidos se realicen gastos públicos excesivos,  sino que se le rebajan los impuestos a los ricos,  para privilegiarlos.  Mientras que los impuestos sobre los beneficios empresariales representaban el  6 %  del PIB  de  Estados Unidos en los años cincuenta,  ahora ni siquiera llegan al  2 %.  Entonces,  por cada dólar que pagaba en impuestos un trabajador estadounidense,  las empresas pagaban tres,  pero ahora las empresas sólo pagan  22  centavos  de  dólar  (Five  Tax  Fallacies  Invented   by  the 1 %).  Y mientras que en los últimos 20 años los beneficios empresariales se han multiplicado por cuatro,  sus impuestos se han reducido a la mitad  (In 20 Years Corporate Profits Are Up 4X and Their Taxes Have Fallen by 50 %).

Lo que hay detrás de “cierre” del gobierno estadounidense es que el capitalismo ha llegado al paroxismo.  Y tampoco es que los ricos no quieran gobierno  sino que lo quieren sólo para ellos.  Mantienen el ejército  y  mantienen las ayudas fiscales que van a ellos,  a los apoyos multimillonarias a los bancos  y  a las grandes empresas.  Ese ‘intervencionismo’ público no les disgusta,  ni quieren renunciar a financiarlo,  aunque hacen todo lo que está en ‘sus manos’  para que los financien los demás:  En los últimos 20 años la proporción de impuestos pagados por los trabajadores se ha duplicado.

Lo ricos,  que constituyen más o menos entre el 1 y el 10 %  de la población total,  lo quieren todo,  como lo demuestra el hecho de que los beneficios de las empresas hayan crecido  -desde 2008-  veinte veces más que los salarios  (Corporate Profits Have Risen Almost 20 Times Faster Than Workers’ Incomes Since 2008)  o  que de  2009 a 2011,  el 88 %  del crecimiento del ingreso en Estados Unidos fue directo a beneficios empresariales  y  sólo el 1 %  al salario de los trabajadores.

El capitalismo de nuestros días no da para más.
Todo lo que no sea aumentar el beneficio de los de arriba no les interesa.  El  “cierre”  del  gobierno de Estados Unidos,  por ejemplo,  supone que el 96 % del personal de la Agencia de Protección Medioambiental,  el 69 % del Departamento de Energía y el 97 % de la NASA no acuda al trabajo  y  que,  por tanto,  se paralicen sus programas; que incluso el personal que repara carreteras  y  puentes,  luego inundaciones y desastres,  pueda dejar de trabajar  y  que prácticamente se hayan abandonado las labores de supervisión pública de extracción de petróleo,  gas  o  minerales (What the Shutdown Means For Energy and Environmental Programs).

No importa que se destroce a la sociedad,  que se destruya el medio ambiente  o  que se debiliten fatalmente las instituciones.  Sólo les interesa  y  preocupa,  concentrar  -hasta los extremos-  la riqueza  y  el poder político,  mediático  y  militar,  en manos de unos pocos,  como ha sido siempre,  pero ahora de manera mucho más exagerada,  porque lo cierto es que el capitalismo de nuestros días ha sido capaz de vencer cualquier resistencia al convertirse,   simultáneamente,  en una maquinaria gigantesca de generación de consenso  y  sumisión,  y también de destrucción  y  aniquilamiento.  No es casual que los mismos que defienden el cierre de escuelas,  colegios,  hospitales,  museos públicos  o  parques nacionales,  sean los que financian sin límite las guerras genocidas,  los ataques brutales a los derechos humanos, la tortura, el espionaje generalizado  y  el desmantelamiento de las democracias.

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