Lo
que vaticinamos hace ya algunos
años, inicialmente sin mucha audiencia, está hoy en pleno y claro
desarrollo. La
llamada polarización pareciera desintegrarse como lo hizo en el pasado
bipartidista adeco-copeyano, presagiando la posibilidad de ocurrencia de
una
nueva situación política, en la que si
bien los protagonistas actuales no desaparecerían, sí perderían su
protagonismo y se daría paso a
un escenario más variado, de mayores
posibilidades de escogencia y con mayor pluralidad ideológica. Algo
similar a lo ocurrido en el siglo pasado
con el desplome del bipartidismo, que
permitió, luego de un intenso forcejeo, la llegada de la esperanza
chavecista, hoy lamentablemente frustrada por la acción de sus propios
autores.
No se trata sólo del crecimiento del
discurso anti polarización como nocivo para el progreso político de la nación, actualmente en boca de muchos actores
importantes de la sociedad venezolana. Hoy,
la práctica política se está
despolarizando, como lo demuestra la
presencia para las elecciones de diciembre de una pléyade de candidaturas, que no responden a los deseos del Gobierno ni
de la Mesa de la Unidad Democrática. El
PSUV va dividido en 116 alcaldías, es
decir en un tercio del total en disputa; su aliado más importante, el PCV, ha decidido hasta ahora no apoyar a 68 de los
candidatos del partido de gobierno por saberlos ligados a la corrupción. La MUD sufre un proceso similar en casi todas
las alcaldías. Es una situación no vivida antes en este siglo, que venía en desarrollo y se
facilita con la muerte de Chávez.
Dicho
en otra forma: Un importante número de dirigentes locales y
regionales, tanto de la alianza gubernamental
como de la oposición reunida en la MUD, se
ha literalmente alzado contra las decisiones antidemocráticas,
inconsultas e inconvenientes de macollas y cogollos dominantes de
ambos sectores, en claro desafío al orden polarizado
existente, que amenaza, principalmente
desde el Gobierno, con execrar a todo
disidente. En el PSUV, las amenazas y las
sanciones son las únicas formas de enfrentar la disidencia; es parte
del infeliz legado dejado por el
comandante Chávez. La ocurrencia de este
hecho es un acontecimiento muy positivo para el escenario político y,
por
consiguiente, para el pueblo y Venezuela toda.
No
conocemos los candidatos que se
han presentado contraviniendo la orden de sus respectivos grupos, no
sabemos nada de su capacidad de trabajo ni
de su preparación y eficiencia. No conocemos sus programas. No
sabemos si son honestos. No tenemos idea de su conducta pública, ni de
su historia pasada. Pero, solamente por haberse atrevido a desafiar el
orden existente, a tener la valentía de
hacerle frente al poder gubernamental y de la MUD, le damos una
cordial bienvenida al campo de
quienes siempre hemos luchado contra la polarización política, que
perversamente obliga a la gente a
incluirse en uno u otro bando, a pesar
de no ser diferentes entre sí y no se obtenga beneficio para la
población de
ninguno de los dos.
En cualquier caso, tampoco conocemos nada de las capacidades y programas de los candidatos del gobierno y de la
MUD y, hasta ahora, el ejercicio de los electos en ejercicios
anteriores ha dejado mucho que desear. Debe quedar claro que no se está apoyando a
ningún candidato en particular, sino que
se está aplaudiendo la aparición en escena de nuevos sectores. Se celebra la conducta asumida por este grupo
de candidatos, que se sumarán como
opinión a quienes desde antes venían proponiendo y presentando opciones diferentes de las dos
grandes “polarizadas” de hoy. No sabemos
qué éxito tendrán, pero sin lugar a
dudas amplían el escenario político venezolano y eso es muy positivo.
¡ Bienvenidos !
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