viernes, 6 de diciembre de 2013

MANDELA, CHÁVEZ, LUMUMBA EN LA HISTORIA EXTRAVIADA…



 




(Fragmentos…)

‘La enorme popularidad de Mandela ha ocultado aspectos fundamentales de su biografía. Durante mucho tiempo, fue un revolucionario  (“un terrorista”,  según Margaret Thatcher),  que creó Lanza de la Nación,  el brazo armado del  “Congreso Nacional Africano (ANC)”  después de la masacre de Sharpeville,  en 1960.  Estados Unidos le mantuvo en su lista de terroristas hasta 2008,  y  Amnistía Internacional  nunca le reconoció como “preso de conciencia”.  Su muerte desencadenará un aluvión de homenajes y reconocimientos. Con una Sudáfrica hundida en la pobreza, la desigualdad y la corrupción,  muchos se preguntarán (nos preguntaremos)  si  el pragmatismo de Mandela no ha jugado a favor de una minoría privilegiada, condenando al resto a vivir en la desesperanza  y  la precariedad.’

‘Se elogia a Mandela por evitar un baño de sangre, dirigiendo una transición pacífica que puso fin al apartheid. Sin embargo, el fin del apartheid no alteró el reparto de la riqueza ni mejoró las condiciones de vida de la población negra. Los datos son elocuentes. El 20% más rico –casi todos blancos- acapara el 60% de la riqueza. El 80 % restante -casi todos negros, aunque ya han aparecido casos de blancos pobres, la mayoría pequeños granjeros o simples peones de origen holandés (afrikaanders), agrupados en miserables campamentos sin agua ni electricidad- controla únicamente el 5 % de los recursos. Sólo el 3% de las tierras cultivables está en manos de agricultores negros. Los blancos conservan la propiedad del 87 %. El salario medio anual de un trabajador negro apenas supera los 1.000 rands. Los trabajadores blancos ganan una media de 7.000.  El 24 % de los hogares carece de agua corriente, un 20 % no dispone de electricidad y uno de cada cinco adultos está infectado de SIDA. La mitad de los jóvenes están en paro y la tasa de delincuencia es sobrecogedora: un asesinato cada 45 segundos y una violación cada 30. 18.000 personas mueren al año de forma violenta. Los intentos de homicidio o asesinato bordean los 20.000 casos. Sudáfrica es el país con mayores desigualdades del planeta. Las promesas de igualdad, paz y prosperidad de Mandela sólo afectaron a una pequeña minoría de la población negra, que se alió con la gran burguesía blanca en la defensa de sus intereses. A la vista de estos datos, no es sorprendente que Mandela se haya convertido en el ídolo mundial de las oligarquías financieras. Los grandes medios de comunicación alaban al líder sudafricano, mientras escarnecen al desaparecido Hugo Chávez, que  –entre otras cosas-  redujo la pobreza en Venezuela en un 44 %,  rebajó a la mitad la mortandad infantil, erradicó el analfabetismo, subvencionó alimentos, repartió 146.000 viviendas, impulsó la educación pública y la atención sanitaria universal, creó las pensiones no contributivas y amplió los derechos de los trabajadores, estableciendo el salario mínimo más alto de América Latina. Su política de reformas, nacionalizaciones  y respeto al medio ambiente despertó las iras de las multinacionales, que recurrieron a sus medios de comunicación y a sus intelectuales  venales  (Mario Vargas Llosa,  Bernard Henri-Lévy)  para demonizar a Chávez.
¿Qué le sucedió a Nelson Mandela? Se ha especulado mucho con los acuerdos secretos que pudo firmar poco antes de su liberación, pero no hay ningún dato objetivo sobre esta cuestión. Mandela sólo ocupó la Presidencia de Sudáfrica durante una legislatura. Después, se retiró de la vida política. Nada indica que se implicara en casos de corrupción o que obtuviera prebendas a cambio de renunciar a sus convicciones revolucionarias. Tal vez se limitó a ser pragmático y posibilista, pero la historia ha demostrado que sus concesiones han desembocado en un cuadro de terribles injusticias.
‘Nelson Mandela tal vez evitó una guerra civil, pero no ha salvado a su país de la violencia y la desigualdad. Su triste peripecia recuerda a la transición española. En ambos casos, las elites dirigieron el proceso y el pueblo salió perdiendo. Saint-Just afirmó que “los que se pasan la vida haciendo revoluciones a medias no hacen más que cavarse una tumba”. Mandela no se cavó una tumba, sino que se hundió en un sillón, rodeado de futbolistas, modelos e ídolos del pop. Creo que Patrice Lumumba, Primer Ministro de la República Democrática de Congo entre junio y septiembre de 1960, es el único estadista africano que mantuvo sus compromisos revolucionarios hasta el final, intentando poner los yacimientos de oro, diamantes, cobre y estaño al servicio del pueblo y no de las multinacionales. Más tarde, se descubriría coltán y niobio, agudizando la tragedia de un país que ha perdido cinco millones de vidas en una guerra civil interminable y silenciada por los grandes medios de comunicación. Obama nunca aconsejará a los jóvenes que se inspiren en Lumumba, pues la CIA organizó el golpe de estado que entregó el poder al sanguinario y corrupto Mobutu, con la ayuda de Gran Bretaña, Bélgica y Naciones Unidas. Lumumba fue fusilado y descuartizado en presencia de agentes norteamericanos, belgas y británicos. Se cree que sus restos y los de sus colaboradores más cercanos, que corrieron el mismo destino, fueron disueltos con ácido. Para mí, Lumumba es mucho más grande que Mandela, pero ha caído en un inmerecido olvido. Poco antes de morir, Lumumba escribió una carta a su esposa e hijos: “Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU, sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres”. Las nuevas generaciones deberían inspirarse en figuras como Lumumba o Salvador Allende y no en líderes posibilistas que esgrimieron la bandera del pragmatismo, ignorando que las utopías, con sus límites e imperfecciones, siempre son mejores que un exceso de realismo.’

[ ¿Soy el único que ha experimentado indignación al contemplar a Barack Obama elogiando a Nelson Mandela en Soweto?  ¿No es un acto de cinismo visitar la celda de Robben Island, donde el líder sudafricano pasó 18 años, cuando se ha incumplido la promesa de cerrar Guantánamo y, según el abogado Zachary Katznelson, se mantienen confinados a 16.000 presos políticos en cárceles secretas e ilegales en diferentes puntos del planeta? Mientras Obama firmaba en el libro de visitas y se declaraba “conmovido”, uno de sus drones bombardeaba Miramshah, en Waziristán Norte, lanzando cuatro misiles contra una vivienda presuntamente ocupada por fuerzas talibanes. El ataque mató a 18 personas... ]

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