¡Arriba las manos, esto es la Navidad!
12 DE DICIEMBRE DE 2013
Fernando Buen Abad Domínguez
El trineo de la mercancía navideña tirado por jaurías de publicistas.
Sin la publicidad, sin la complicidad de los gobernantes, sin la
complacencia de los mandos clericales… el cometido mercantil de los
festejos navideños naufragaría en las tiendas departamentales. Losmass
media han secuestrado, en alianza con sinnúmero de socios, la "Navidad".
Antes, durante y después del que se conoce como día del aniversario
natalicio de Jesucristo, una vorágine mercantil se apodera del mundo y
lo inunda con mal gusto, juguetería basura y música cursi al servicio de
un episodio de expansión comercial cuya capacidad de penetración ha
rebasado todo el límite. Y se lo promueve como logro moral del
capitalismo.
Se trata de un ultraje navideño con juguetes,
arbolitos, esferas, luces, moños y excesos de todo tipo. La "industria
publicitaria" cumple su tarea ideológica, camuflada de cristiana,
entrañable e inofensiva. Reino terrenal de sistema avasallante de
producción publicitaria en éxtasis capitalista de objetos incontables y
en plena crisis de sobreproducción. Nos inunda la publicidad, juega con
nuestros sueños, planifica estrategias de ventas con bases materiales
concretas y complejas, se hace de nuestras palabras y penetra nuestros
campos imaginarios, nuestros deseos, nuestros apetitos, nuestras
ambiciones… alienación que desgarra toda relación con la vida real para
garantizar la usurpación del salario a cambio de baratijas de ocasión.
"Noche de paz y noche de amor"… dicen.
Asalto ideológico penetrante
que nos exige autodefensas para ayudarnos a desconfiar del oropel
publicitario, interpretar correctamente las exageraciones y las
ambigüedades, desnudar las trampas de la lengua burguesa. Aunque la
tengamos metida en casa, la guerra ideológica emprendida por los mass
media para hacernos compradores compulsivos de cualquier basura, debe
ser combatida sistemáticamente y con los bolsillos del salario
perfectamente cerrados.
13 ideas para cambiarle la suerte al salario de los trabajadores amenazado por los buitres de la publicidad navideña:
Celebrar sin fanatismo. (celebréis lo que celebréis) No hay dios padre
ni dios hijo que se ponga contento con llenarle los bolsillos a esos
mercachifles dueños de la payasada mercantil que nos saquea los
salarios.
No legitimemos las ideas y creencias del patrón ni de la
clase a que él pertenece. No legitimemos los intereses de una clase
dominante ni sus ritos ni su modo de vendérnoslos.
No nos dejemos
extorsionar: los modos en que la burguesía celebra sus "fiestas
navideñas" no tiene por qué ser imitada. No se es "débil", "feo",
"perdedor", "pobre" o "tonto" si uno decide hacer con su dinero
celebraciones totalmente distintas a las del burgués ostentoso.
Nada
de lo que se anuncia la publicidad debe ser comprado si no corresponde a
necesidades concretas de los trabajadores. Nada debe ser comprado bajo
chantaje, vergüenza o imposición alguna. Se puede discutir abiertamente
la compra de artículos o regalos para celebrar, analizarlo con amigos y
compañeros de trabajo, comparar precios y hacer compras colectivas. Eso
ayuda a no enfrentar en soledad las argucias de la publicidad para
engañar y saquear el dinero de los trabajadores.
No comprar llevado
por la idea de ser envidiado por todos. No permitir que manipulen
nuestros deseos, instintos, antojos, afectos y cariños. Ningún juguete
suplanta la relación personal, ningún objeto sustituye la solidaridad y
el amor. Ni un solo peso a los manipuladores especialistas en propinar
al pueblo golpes bajos para obligarlo a gastar en fetiches perversos.
La publicidad mercantil es la ideología de la burguesía, es el púlpito
del capitalismo, no le creamos un ápice. No gastar en Navidad, más allá
de lo racionalmente indispensable, no nos hace pecadores,
insignificantes ni estúpidos. No dejemos que nos acomplejen.
Es
mentira que con regalos se fortalece el afecto. De padres a hijos o de
padres entre sí. Los hombres (trabajadores, obreros y campesinos) no
dejarán de ser hermanos porque no gasten su salario en complacer a los
publicistas. Que por su parte no son hermanos más que del dinero.
Es
mentira que en la Navidad de los burgueses todos somos "hermanos",
"hijos de Dios"… etc. En estas festividades la lucha de clases persiste y
ningún comerciante dejará sus riquezas para beneficiar a los
trabajadores, a quienes, por el contrario, esquilma y engaña ayudado por
publicistas. Ni un centavo para ellos.
No hace falta emborracharse
ni embrutecerse para ser felices. Tampoco se es feliz por gastar mucho
dinero. Todavía hay muchos momentos de felicidad que son gratis. Cosa de
ingeniárnoslas.
No dejarse "estimular" con las payasadas que
inventan los publicistas empeñados en emocionarnos, sensibilizarnos,
cachondearnos para que paguemos cualquier precio por cualquier basura.
Ninguna publicidad logrará garantizar "mayor poder sexual", "mágia",
"seducción"… los trabajadores no deben conceder ninguna credibilidad a
quienes ofrecen paraísos imaginarios ni ilusiones mediocres. Todo lo que
buscan es quedarse con el producto del trabajo, saquear lo que le queda
al trabajador después de que el patrón ya ha esquilmado los salarios.
Cuestionemos y sancionemos socialmente la publicidad burguesa
produciendo interpretaciones críticas y disidentes sobre sus
dispositivos ideológicos y sus fines contra la clase trabajadora.
El salario de los trabajadores debe ser defendido por los trabajadores. Especialmente contra la publicidad burguesa.
El dinero o la vida (o las dos cosas):
La publicidad en épocas navideñas expresa también la urgencia mercantil
de las empresas. Les urge vendernos todo y para eso no importa qué
clase de canallada (con música sacra o escenas glamorosas) halla que
inventar. Los patrones afilan sus colmillos con ayuda de publicistas
para vendernos su ideología y su mercadería. El producto del trabajo
convertido en un botín acorralado con artefactos, engañifas, tentaciones
generalmente innecesarias, inútiles e inservibles.
Quieren nuestro
dinero a como de lugar y quieren que lo entreguemos felices de la vida.
Ese es su cinismo que mueve a risa por la ironía que se agudiza cuando
se habla de "fraternidad entre hermanos" pero a la hora de quedarse con
la mejor parte, la burguesía cierra las puertas de sus casas para que
los pobres no entren a robar los juguetes caros de los niños ricos.
Quieren vendernos cenas, viajes, cuentas bancarias, relojes, juguetes,
bebidas… la ideología dominante desarrolla todo para intervenir en la
conciencia de aquellos a los que somete y emplea el discurso
publicitario navideño esencialmente para satisfacer la ansiedad de los
patrones y sus "nichos de mercado".
El capitalismo con su publicidad
actualiza perversiones mercantiles contra el proletariado a quien
aplica un tratamiento diversificado entre la seducción y el desprecio, a
lo largo del año, claro, pero muy especialmente en navidad. La clase
trabajadora es acribillada desde los medios de publicidad para engordar
los ingresos que la burguesía secuestra impunemente con cualquier
pretexto. Ocurre una guerra abierta inter-burguesa, batalla entre
empresas, caracterizada por la virulencia manipuladora de mensajes
elaborados por especialistas de la canallada mercenaria.
La clase
trabajadora sufre los estragos de esa guerra porque es la enemiga de
clase, la fuerza que produce la riqueza y la fuerza a la que el
capitalismo devasta saqueándole el producto de su trabajo hasta la
ignominia. Navidad es un pretexto más donde las paradojas de agudizan
porque la hipocresía burguesa es infinita, celebran el nacimiento de
Cristo mintiendo y robando a diestra y siniestra. Hay que recordar
aquello de la aguja y el camello y aquello de los mercaderes en el
templo.
El discurso dominante se explicita en los valores de las
compras. Los trabajadores son víctima de una marejada discursiva que los
somete al adoctrinamiento mercantil, manipulación psicológica,
violencia simbólica destinada a amaestrarlos ante los caprichos del
mercado. La publicidad medra los deseos, pero también los fabrica para
"negociarlos" continuamente en su escalada permanente para la
apropiación del mundo.
Es preciso multiplicar las luchas contra al
modelo hegemónico de publicidad y la transformación radical de la
cultura, degenerada en manos del capitalismo. Lucha contra el régimen de
propiedad de las herramientas de producción en comunicación y contra
las relaciones de producción dominantes .Lucha contra la alienación y la
manipulación, lucha contra el discurso nazi-fascista incubado en la
publicidad burguesa.
Lucha por una corriente Internacional de la
Comunicación hacia el Socialismo y Por una Corriente Internacional de la
Filosofía hacia el Socialismo
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Dr. Fernando Buen Abad Domínguez Universidad de la Filosofía
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