" Tampoco me importa un carajo si este disco vende;
si yo quisiera vender algo montaba una tienda.
¡ Prefiero regalarte música, aunque tú no la entiendas !
Yo digo cincuenta malas palabras por segundo,
porque la verdad es que me gustaría cambiar este puto mundo".
Cosas insólitas ocurren a diario en esta revolución, que le hacen a uno dudar seriamente de su durabilidad en el tiempo, a menos que nuevas caras y nuevas generaciones realmente se apropien de los espacios de poder. Dudo mucho que logremos tener el 66 o siquiera el 50 por ciento de los puestos de la Asamblea Nacional el año que viene, si de nuevo, volvemos a colocar a las mismas caras de siempre, como ocurrió en las elecciones a alcaldes y gobernadores, con las consecuencias que estamos pagando en estos momentos en estados como Zulia, Miranda y, sobre todo, en Táchira.
El caso del concierto en La Carlota es el más reciente ejemplo: organizado por el mismo señor de siempre, el que organizaba casi todos los actos fastidiosos del antiguo MVR y hoy organiza –también- los del PSUV, en un monopolio casi absoluto. El mismo señor que permitió que se excluyera del acto-homenaje a Alí Primera, a ‘Dame Pa' Matala’ y a otros cultores, para que luego fueran víctimas de una inexplicable agresión.
Ni siquiera Servando y Florentino se calaron eso. Su retirada del evento ya se sospechaba desde días atrás, cuando empezó a circular el rumor de que Wisin y Yandel también irían a este espectáculo, supuestamente dedicado a la memoria de Alí. Finalmente los más bajos representantes del reggaeton no asistieron, pero el discjockey llamado "ZC", contratado para "amenizar" el evento en las pausas entre un grupo y otro, se dedicó a colocar horas y horas de reggaeton de perreo (comenzando con Wisin y Yandel) y música intrascendente, comercial y degradante, mientras una gigantesca imagen de Alí Primera aparecía en los monitores.
Como buscando que Alí saliera de su tumba para insultarlos merecidamente. Menos mal que no lo hizo, o tal vez sería acusado de contrarrevolucionario por nuestros ‘sabelotodos’ de turno.
Todo el mundo tiene miedo de pronunciar públicamente el nombre de Darío El Vivo debido a su indiscutible poder en el PSUV. Los que creen en "el Partido" saben que señalarlo con el dedo equivale a renunciar a cualquier pretensión política en el mismo. Entonces, todos prefieren echarle la culpa a algún chivo expiatorio: esta vez escogieron a Residente, el de Calle 13: el culpable más cómodo, el carajo que habla feo y que podemos acusar de "ambiguo" o "disfrazado", a pesar de que sus siete franelitas, con mensajes sencillos pero muy revolucionarios, llegaron a millones de personas a las cuales jamás habríamos llegado a través de nuestros medios, la mayoría de ellos totalmente desconectados del público juvenil.
¿Residente es ambiguo? Hay que tener un creyón azul incrustado en el cerebro para llamar ambiguo a alguien que carga una franela con el lema "Uribe Paramilitar", que pide la libertad de Puerto Rico y se enfrenta al lacayo de turno impuesto por EEUU, que insulta a Micheletti y exige justicia por la masacre de Tlatelolco (que apuesto -lo que sea- a que Darío El Vivo ni siquiera sabe pronunciar eso, o cree que es una marca de pastillas para la gripe), o que alaba al gobierno de Venezuela en su forma muy peculiar, como lo hizo en La Carlota.
La supuesta ambigüedad de Residente no puede compararse con la de ciertos Abreus o Dudameles, a quienes jamás veremos exigiendo libertad para los pueblos oprimidos por el Capitalismo en Latinoamérica, pero que promocionamos infinitamente a través de todos los medios del Estado, aun cuando todos sabemos que la ideología que inyecta "el Sistema" en los más jóvenes no es precisamente la revolucionaria. Todos sabemos que el 98 % de los jóvenes de la Orquesta que viajan por todo el mundo lo hacen despotricando en privado del gobierno revolucionario venezolano, y todos sabemos que la derecha tarde o temprano alcanzará el precio de las cabezas más visibles del Sistema, para que caminen junto a Acosta Carlés, Baduel, Rosendo, Miquilena y otros otrora intocables. Es la am bigüedad de verdad-verdaíta, que no veremos denunciada en La Hojilla ni en ningún medio del Estado.
Más allá de todo esto, me sigue preocupando que personas que realizaban un excelente trabajo en pro de la revolución sean removidas inexplicablemente y se pierdan espacios valiosísimos, mientras que otras personas muy Vivas permanezcan en sus espacios poniendo cagada tras cagada, ayudando a las grandes transnacionales a inyectar a nuestra juventud la contraideología que justamente queremos eliminar, mientras que millones de dólares circulan de un lado para otro inexplicablemente. Como también lo hizo el gobernador de Lara recientemente con su "Lara Pop Festival", también apoyado por algunos ministros del gobierno bolivariano.
Ojalá alguien quiera cambiar eso algún día; algunos lo intentamos, pero -hasta ahora- no pudimos.
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