Flaco favor se le hace a la
revolución Bolivariana y al pueblo revolucionario con el discurso de desunión,
donde cada quien cree que tiene la razón, mientras el pueblo llano se las ve y
las desea, para sobrellevar el ataque
desmedido a que está siendo sometido desde el Imperio, a través de sus aliados, los fascistas de la derecha.
Para poder lograr el objetivo, trazado y perseguido por más de uno que dejo
su vida en el camino, y eso incluye una
de las perdidas más sensibles y recientes en esta lucha, como fue la del Comandante presidente Hugo
Chávez, al que se le acabó el sosiego, al ver disminuido su tiempo para llevar a cabo
todos los planes y proyectos pensados para elevar a la revolución Bolivariana y
hacerla irreversible, y luego -preso de una enfermedad desgraciada y mortal-,
sintiendo
que se le iba la vida, tener que escoger
a un sucesor capaz de darle el tiempo necesario al pueblo para continuar esta
construcción magnifica, que representa la esperanza de la humanidad, como lo es la Revolución Bolivariana.
Cuando
vemos los acontecimientos, insistimos en que el Compañero Maduro debe
recordar que fue electo por el pueblo revolucionario, siguiendo la
petición del Comandante Chávez, al darse cuenta ese pueblo
revolucionario, que
la Revolución Bolivariana era, y es, el único y verdadero
legado, el camino abierto que nos dejó
el Comandante Presidente Hugo Chávez. Lo demás, las diversas
interpretaciones que de sus ideas
y postulados se puedan hacer y se hagan, más todas las que aporten
los pensadores
obreros del progreso, pertenecen al
campo del debate que toda revolución debe hacer para alimentarse y
enriquecerse a partir de unas ideas que se pierden de vista en el
firmamento de
los tiempos modernos y futuros
Por lo que, malamente, el gobierno debe insistir en tratar de inducir
y obligar al pueblo, por encima de la
realidad que vive, a aceptar otra vía, que no sea ni siquiera esa que trata de “humanizar al capitalismo”, por ser éste la
suma de los muchos males que aquejan a toda la humanidad, y, en
especial, a este pueblo que presenció
con dolor, cómo el asesino confeso, Capriles Radonsky, pisaba de nuevo la casa del pueblo que es
Miraflores, ya que tal parece que nuestros muertos no importan, en aras de la “real politik”.
Pensamos Compañero Maduro que su
discurso ante la Asamblea Nacional, el que
esperábamos con ansias, ante la gran
expectativa por los anuncios que se perfilaban como realmente novedosos y
decisivos para la Revolución Bolivariana, fue, en gran medida y contenido, más de lo mismo. Y
nos preguntamos, frente a la gran crisis
económica a que todo apunta, que va a envolver a todos los países y que
va a hacer que nos revisemos en cuanto a la manera y forma,
y las prioridades en que se invierten los
dineros del pueblo, ¿ Qué hará un
gobierno con manía compulsiva aprobatoria, con la gran cantidad de obras y de inversión (algunas
no-prioritarias) que están empezando o a media ejecución ?
No sabemos si somos
“ultraizquierdosos”, palabra vieja-vieja,
al igual que “Pajuatadas”, que pertenece(n) al archivo folklórico del
verbo del pueblo y que en la época
colonial ya se utilizaba ‘pajuato’ en sustitución de la palabra “tonto, bobalicón
o pendejo”, con la que trataba el Dictador Juan Vicente Gómez a quienes sabían
más que él, para pretender minimizarlos.
Lo que sí sabemos es que somos
Revolucionarios de izquierda por escogencia propia, al igual que la mayoría de
los Camaradas y Compatriotas que votaron por usted, quienes lo hicieron Presidente de esta Patria
querida.
Usted
debe tener razones para ponerse
como un verdulero de esquina, utilizando todo su poder mediático, para
someter al escarnio público a compañeros
y camaradas que pertenecen al pueblo de La República Bolivariana de
Venezuela, al igual que usted, pero sin el poder y la majestad que lo
asiste.
Una revolución que no acepta la
diatriba, que no tiene espacio para las
críticas que desde adentro formulan sus militantes y desde afuera
expresan sus
simpatizantes, no es revolución ni es nada. No es sino una simple
parodia de gobierno “de izquierda” -que podría ser de derecha-, más
o menos simpático con el pueblo, como los gobiernos ’socialistas’ de
Europa, ni más ni menos.
Pero
un gobierno que representa al
pueblo más vergatario del mundo, como lo
es el pueblo revolucionario de la República Bolivariana de Venezuela,
debe “demostrar”,
en vez de hablar tanto, qué es lo que piensa y qué
es lo que va a ejecutar, pero, además, hacerlo”. Si usted tiene sus
ideas, lo invitamos a que hable fuerte y claro, compañero Maduro. Y
explique cuáles son sus
enunciados y sus postulados. ¿ A qué le teme ?
¿ Por qué tanto enroque de ministros? ¿ Por qué desestima a compañeros
y camaradas que pueden aportar y ayudar, con sus ideas y sus actos,
a este pueblo que espera de su magnanimidad y
justicia, y su lealtad incondicional. ¿ A cuáles ‘dogmas’ alude ?...
siendo usted el que cree en dogmas, porque su religión -por si se le
olvidó-, ¡ es puro dogma…!, y usted
insiste en construir un “socialismo
cristiano”. Y ojo, sus creencias serán muy respetables y muy
suyas, pero usted representa a todo un
pueblo que está sufriendo porque usted se está tardando en tomar las
decisiones
más trascendentales para el futuro de La Revolución y la
suerte del pueblo. La guerra contra el
pueblo está en pleno apogeo, mientras
usted discute lo que es historia…
Y así como tantas veces insistimos
con el Comandante Presidente Hugo Chávez en que apresurara la Revolución, al ver cómo se le escapaba la vida sin haber
terminado su obra, así le decimos desde
aquí, que una revolución paralizada
desde el año 2009 permitió la
penetración de la contrarrevolución y de los enemigos que propiciaron esta guerra a
que tienen sometido a nuestro pueblo. Si
usted quiere oír hablar mal del gobierno, móntese en un ascensor en cualquier Ministerio,
métase en una cola donde la gente desesperada se agarra a trompada limpia por
una lata de leche, hable con los
trabajadores y los pensionados, con los
campesinos y hasta con los dueños de las constructoras que
ejecutan obras para las comunidades, quienes
tienen que “bajarse de la mula “ con los directores de cualquier Ministerio: Hablemos de corrupción, compañero Maduro.
Las
injusticias no nos gustan, sabemos que usted está trabajando duro,
pero usted escogió y aceptó ser presidente de
este pueblo y ponerse las botas de Tribilín… Entonces
demuéstrenos que sí puede hacerlo, pero con humildad. Después de
todo, compañero, usted también fue un humilde trabajador que
devengó un sueldo en “La Cuarta” y nadie se lo echó en cara, ni
disminuyó su calidad de revolucionario por
ello.
Confiamos en el Líder.
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