2013 fue un año muy difícil para las
personas que trabajamos con tecnologías en Venezuela. Tras la sensible pérdida
del Presidente Hugo Chávez, el empresariado capitalista, ansioso de acabar de
una vez con la Revolución Bolivariana, inició una terrible guerra económica en
la que “agujeros” y problemas de corrupción en Cadivi fueron aprovechados por
ellos para sacar dólares del país. Las empresas nacionales se encargaron de
elevar de forma inescrupulosa los precios de todo lo traído desde el exterior,
desapareciendo muchos productos y encareciendo notablemente muchos otros.
Si bien el BCV habla de 56 % como la
inflación acumulada de 2013, quienes trabajamos con tecnologías percibimos que
la inflación rondó 400 por ciento o más. Cualquier equipo, aparato, instrumento
o repuesto cuesta hoy al menos cuatro veces más de lo que costaba hace un año,
y si bien las inspecciones realizadas por el gobierno tuvieron algún efecto,
también es cierto que muchas tiendas bajaban los precios por algunos días y
luego los volvían a subir. En otros casos, había que hacer colas por muchas
horas, algo imposible para los trabajadores asalariados. Las multas y sanciones
para estos empresarios fueron irrisorias o, en algunos casos, no existieron.
Hay que entender el uso que las
tecnologías tienen en el marco del Socialismo del Siglo XXI: estamos
rotundamente en contra del uso de las tecnologías como forma de demostrar
ascenso social y como mecanismo de ostentación: para demostrar que aquellos que
cargan un iPhone 5 o un Samsung Galaxy S4 son “mejores” que aquellos que cargan
un celular económico. Creemos más bien en el uso de las tecnologías para la
construcción de una sociedad distinta, como mecanismo para impulsar el
aprendizaje, activar la creatividad y las ganas de innovar, o como herramientas
para que los profesionales e innovadores puedan realizar su trabajo. El
proyecto Canaima Educativo es el ejemplo más exitoso que nos dejó el Comandante
Hugo Chávez de la visión que él tenía para las tecnologías en el marco de
nuestro proceso revolucionario.
No es ningún secreto que el control
de cambios y el llamado “cadivismo” ha entorpecido la innovación e
investigación en materia científica y tecnológica. Es imprescindible que los
nuevos mecanismos para el control de divisas que está estudiando el Presidente
Maduro y su equipo cambien esta terrible realidad y más bien permitan ayudar a
las personas que, por su profesión, requieren del uso de las tecnologías para
ofrecer servicios, fabricar bienes o realizar investigaciones: creadores
populares, carpinteros, herreros, artesanos, músicos, creadores de instrumentos
musicales, investigadores, biólogos, médicos, veterinarios, científicos,
informáticos, diseñadores gráficos, fotógrafos, comunicadores sociales,
trabajadores del área de audiovisuales, productores independientes, cineastas,
y personas que trabajan por su cuenta: en fin, gente que necesita de un
computador, de una cámara, de un taladro, de un torno, de una consola o de
cualquier aparato (los cuales por desgracia aún no se producen en nuestro país)
para realizar su trabajo. Aparatos que se dañan, o que requieren repuestos,
piezas, consumibles, complementos y similares que a veces cuestan sólo unos
cuantos dólares, pero que empresarios usureros venezolanos venden obteniendo
márgenes de ganancias que en ocasiones sobrepasan el 1.000 por ciento, como el
mismo presidente Maduro y sus ministros han comprobado en las visitas e
inspecciones realizadas en las últimas semanas.
Hay muchos innovadores e innovadoras
ansiosos de comenzar a investigar, estudiar y fabricar. Gracias a diferentes
productos de hardware libre y hardware abierto disponibles (Pingüino, Arduino,
Raspberry, las impresoras 3D y similares) muchos adolescentes, jóvenes y
adultos pueden comenzar a experimentar con la fabricación de aparatos y
productos electrónicos, que en el futuro podrían reemplazar a los que hoy
tenemos que importar.
Pero el control de cambios y la ola
especulativa empresarial ha hecho que este tipo de productos queden fuera del
alcance de los emprendedores, quienes además contemplan cómo aquellos que
prefieren vender sus cupos o dedicarse a la compra y venta especulativa
obtienen ganancias muy superiores a las que ellos obtienen con su actividad
artesanal, investigativa o de
innovación. Algo terriblemente
desmotivante y que, de no corregirse,
evitará que nos convirtamos en el país potencia con el que tanto soñó el
Comandante Eterno y cada uno de sus seguidores.
Tiene que haber alguna forma de
permitir a aquellos trabajadores que quieren adquirir un producto en el
extranjero, que puedan hacerlo sin tener que pagar los precios especulativos
que dictan los empresarios usureros venezolanos.
Las compras por vía electrónica
El mecanismo de los 400 dólares para
compras por vía electrónica debe reconsiderarse seriamente, pues de ser
correctamente implementado, vigilado y fiscalizado, puede ser una excelente
forma de combatir la inflación. Este mecanismo, creado inicialmente con un cupo
anual de 3 mil dólares para permitir compras personales a la gente, fue
limitado a la actual cifra irrisoria debido a que algunos vendían su cupo a
personas inescrupulosas, para a su vez revender estos dólares en el mercado
negro. Sin embargo, la “solución” tomada por el gobierno en aquella ocasión
penalizó a justos y pecadores: aquellos que usaban su cupo para adquirir
productos que legítimamente necesitaban (incluyendo artesanos, investigadores e
innovadores), sintieron que se les castigaba metiéndoseles en el mismo saco que
aquellos que lo usaban para la reventa de cupos.
Otra terrible decisión tomada en
aquella ocasión fue hacer obligatorias las tarjetas de crédito para acceder a
este mecanismo (antes era posible usar
tarjetas prepagadas), excluyendo así a
quienes, por razones económicas,
bancarias o ideológicas, no tienen o no desean tener tarjetas de crédito... generalmente
personas de sectores populares.
El mecanismo de las compras por
Internet, sin embargo, puede llegar a ser muy útil para combatir la inflación.
Muchas personas podrían preferir comprar una cámara, un teléfono celular o un
par de zapatos mediante esta vía, forzando a empresarios locales a bajar sus
precios si es que quieren competir contra la capacidad de las personas de
importar ellos mismos los objetos que desean usar con fines personales.
El mecanismo para realizar compras
por vía electrónica debe contar con una regulación apropiada: Cadivi (o
el ente que lo reemplace) debe
fiscalizar que quienes usen este mecanismo de compras por vía electrónica:
-
Lo
usen legítimamente para comprar aparatos y productos, y no sea una forma de
vender dólares al mercado negro.
-
Usen
empresas en las que sea prácticamente imposible obtener una factura falsa
(ejemplo: Amazon.com y/o similares).
-
No
hagan adquisiciones de equipos y aparatos para la reventa, pues este es un
mecanismo para compras personales (no
debería permitirse adquirir muchas unidades de una misma pieza).
Debe
haber una fuerte penalización
para quienes revendan su cupo al mercado negro. Además, se pueden
considerar
diferentes mecanismos disuasivos para evitar el mal uso de este
mecanismo; por
ejemplo, que se publique automáticamente, vía web, en qué gastó sus
dólares cada persona (como también debe hacerse con las empresas
que reciban dólares de Cadivi). “No todo
lo personal es privado”, y en este caso,
el uso que cada persona le da a los
dólares suministrados por la Nación debería ser público, auditable y
fiscalizable.
Bajo estas condiciones, el cupo podría ampliarse de nuevo a una
cantidad mayor a la actual, permitiendo
que la gente importe sus propios bienes y servicios.
Otro detalle: El cupo electrónico se renueva automáticamente
los primeros días del año, pero esto no
tiene por qué ser así. La mayor
inflación ocurre los meses de noviembre y diciembre, cuando los empresarios suben los precios
aprovechando que los trabajadores han cobrado sus utilidades y quieren realizar
las "obligatorias" compras navideñas. Ese es el momento en el que los trabajadores
se verían más beneficiados de tener cupos en Cadivi, pero la gran mayoría ya lo
ha gastado para ese momento del año. ¿ Y
si se renovara el cupo cada 1 de septiembre ? ¿ O si se renueva una parte en enero y otra en
septiembre ?
Otras vías: cuentas en dólares
para importar... ¿ más carros ?
Recientemente, el gobierno venezolano
autorizó que las personas pudieran abrir cuentas en dólares en bancos
venezolanos, las cuales podrán usar para
importar vehículos, encargándose el
Estado venezolano de su importación.
En una ciudad tan atestada de
vehículos como Caracas, ¿ qué es más
prioritario ? ¿ Que algunas personas con cierto poder adquisitivo puedan
comprar un vehículo para embotellarse en la (autopista) Francisco Fajardo, o que muchísimos artesanos puedan comprar
aparatos para su trabajo ? ¿ Más carros,
o más innovadores que puedan acceder a
una impresora 3D para fabricar prototipos ? ¿ Más colas en la autopista, o más
cámaras, micrófonos y computadoras para los medios alternativos ? ¿ Más corneteos en las avenidas, o más
instrumentos para los músicos e implementos para los luthiers ? ¿ Un carro, o 300
kits de Arduino o Pinguino para que niños y niñas de las escuelas bolivarianas puedan aprender hardware libre y software
libre ?
No es que me oponga a que existan
mecanismos para que aquel que lo desee, pueda comprarse un carrito. Hay lugares donde es imposible vivir sin
carro, y hay emprendimientos en los que un vehículo es
esencial. Pero sí creo que es muy
erróneo que la creación de cuentas en dólares sólo permita importar vehículos.
La iniciativa de importación debería
abrirse no sólo para comprar vehículos, sino para adquirir cualquier
instrumento de trabajo para quienes laboran por cuenta propia: el artista que requiere de un aparato para
trabajar la madera, el fotógrafo que
requiere una nueva cámara y no está dispuesto a pagar Bs. 60 mil por ella;
el ilustrador que no quiere pagar 20 mil bolívares por una tableta para dibujar,
el electrónico que quiere importar chips
Arduino o Pingüino
para experimentar con hardware libre; el
ingeniero de audio que quiere importar una consola para su estudio, o la
comunidad que quiere adquirir un transmisor para la emisora de radio. Habrá que crear o fortalecer una empresa del
Estado encargada de las importaciones, y
esperamos que sea ejemplar, rápida, eficiente y libre
de corrupción.
No debería haber problemas en que se
establezca un precio intermedio para el dólar que se use para adquirir estos
productos (digamos: un dólar a Bs. 9 o 10), pues se entiende que el dólar básico a Bs.
6,30 debe ser principalmente para los productos básicos e indispensables para
la población. Pero tampoco merecemos ser “castigados” pagando estos productos a
10 veces su valor, que es el precio que
uno ve en tiendas y centros comerciales.
Esperamos con ansias que se anuncien
los nuevos mecanismos cambiarios, y esperamos que los mismos sirvan para
castigar a quien haya que castigar, pero que también incentiven y aúpen el
trabajo de todos aquellos artesanos, innovadores, científicos e investigadores
quienes comprenden que su trabajo (y no el revender cupos o televisores) ES lo fundamental para cumplir los 5 objetivos
del Plan de la Patria y convertirnos en ese país potencia con el que todos
soñamos.
La clase media
El tema cambiario también es muy
importante a nivel de aceptación del gobierno de Maduro. Los chamos y chamas que optan por estudiar
carreras científicas y tecnológicas, en
muchos casos provenientes de las capas medias de la población, se vuelven antichavistas porque sienten que el
gobierno no solventa sus necesidades ni resuelve sus problemas. Con frecuencia, las personas con quienes ellos tienen que
tratar dentro del Estado, distan de
tener una ética intachable. En muchos
casos, son los primeros en pedir(les)
una ‘comisión’ para hacerles una
gestión, o en querer comprarles el cupo Cadivi.
Obviamente, nadie les ha explicado a estos chamos y chamas
que el gobierno ha preferido darle prioridad a millones de personas que durante
décadas nunca fueron favorecidas, y que es muy difícil salir de las plagas
corruptas que pululan dentro del Estado,
pues las leyes laborales los protegen en
exceso. Además, hay que reconocer algo: el gobierno también comete errores, y a
veces tarda en darse cuenta y corregirlos.
Pero
al no poder resolverse estos
problemas, muchos de estos chamos -que se forman de forma gratuita en
las
universidades públicas del Estado- terminan yéndose del país apenas
terminan
sus carreras, o prefieren trabajar para una compañía transnacional
que no comparte nuestro propósito de hacer progresar el país. Es la
generación “me iría demasiaaado”, de la que tanto nos hemos burlado,
pero que, al formarse con el dinero del Estado y luego
irse del país porque no los supimos captar, evita que la innovación
científica y tecnológica, y la
creatividad artística se desarrollen. Y esto ya no es asunto de
risa.
Son problemas muy ligados, pero efectivamente hemos comenzado a ver las
intenciones del Presidente Maduro de trabajar y dictar medidas que también beneficien a la
llamada clase media, siempre dándole
prioridad absoluta a los sectores populares y más pobres. Una actitud de convencer, más que de
confrontar y ofender.
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