miércoles, 11 de mayo de 2011

El Estado Comunal.

Documento para la discusión

                         "El  Estado  Comunal"
Por: Jesús Moreno          
Fecha de publicación: 06/07/10


El Estado comunal, es el pilar fundamental del socialismo Bolivariano e indoamericano. Es la comunidad como estamento social protagonista de las transformaciones socio políticas de nuestra región.
La concepción clásica marxista, a través del materialismo histórico, nos indica que las transformaciones sociales, las revoluciones y el paso de un modo de producción a otro, son generadas por las luchas de clases, las cuales están presentes en todos los estadios del proceso dialéctico evolutivo, de una sociedad determinada. Tenemos experiencias históricas al respecto, como la revolución bolchevique que se desarrolló en Rusia, y que tomó el poder en 1917.
Sin embargo en el proceso Chino, hubo un enfrentamiento teórico entre Mao Xedong   la dirigencia del naciente partido comunista Chino, influenciado por los llamados “Bolcheviques Chinos”,  grupo de jóvenes que regresaron de la Unión Soviética después del triunfo de la revolución Bolchevique, con la intención de apoderarse de la dirección del P.C.CH., que era partidario de desarrollar la lucha en las zonas urbanas, con la clase obrera como protagonista. Mao por su parte, opinaba que ante la situación feudal en la cual se encontraba la economía China, debía ser en el campo donde se desarrollara la lucha, y que se debía tomar en cuenta al campesinado como elemento fundamental en ese proceso. Mao creó una zona liberada y ante la ofensiva del Kuomitang, inició y lideró la Gran Marcha, por medio de la cual fue reconocido como máximo líder del Partido Comunista Chino. Posteriormente, ante la coyuntura de la invasión Japonesa, el pacto táctico entre el Kuomitang y el P.C.CH., y para combatir la invasión Japonesa a China y enfrentar el pacto de Varsovia, al final de la segunda guerra mundial, se crearon las condiciones objetivas para la toma del poder, y el inicio del proceso Chino, liderado fundamentalmente por intelectuales provenientes de la pequeña burguesía China, como Chou En Lai , Deng Xiao Ping, y el mismo Mao.
77 años después de su triunfo, se derrumba el proceso soviético sin que la clase obrera Rusa, levantara un dedo para defender su revolución. Mientras tanto en los grandes países industrializados, donde supuestamente debería existir una clase obrera fortalecida y combativa, luchadora por sus intereses estratégicos, hace muchos años que no se observan conflictos de envergadura, dirigidos hacia la toma del poder político y económico, y no se ha generado un estado de conciencia de clases, tan necesario para el avance de la lucha y para las verdaderas transformaciones. Esta es la razón por la cual el capitalismo supera sus crisis y se reacomoda, al no existir fuerza alguna que le dé el empujón final para que se derrumbe.
A los 61 años del triunfo de la revolución China, este proceso va francamente de vuelta al capitalismo, en vía de convertirse en la principal potencia económica antes de mediados de siglo (XXI),  y con un papel importante en la actualidad, como soporte del sistema capitalista, apuntalándolo en la reciente crisis financiera, con grandes inversiones de capitales, bajo la convicción y el temor, de que al derrumbarse el modo de producción capitalista, se arrastraría tras de sí al sistema Chino, ya que este forma parte fundamental del sistema capitalista actual. Mientras tanto no se observan protestas organizadas, ni la voz de la clase obrera China ante los conflictos que ya deberían existir, motivados por las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, que sin lugar a dudas se ponen de manifiesto en esta fase del capitalismo Chino.
El derrumbe del sistema soviético, punto de referencia equivocado de una revolución socialista, sumado a los elementos anteriormente planteados, sirvieron de argumentos al imperialismo, y su sistema mediático, para anunciar con bombos y platillos el derrumbe de la propuesta socialista, como alternativa de vida tanto del hombre como del planeta, anunciándonos hasta “el fin de la historia” (Fukuyama ), al difundir con todo su andamiaje mediático, la condena irremediable de la alternativa capitalista como única opción de vida socioeconómica para los pueblos del mundo.
Podríamos determinar (a pesar de nuestra precaria capacidad teórica), que ante la crisis sistémica y estructural del capitalismo, y el derrumbe de los monstruosos capitales financieros que -dentro de una economía globalizada- arrastran tras de sí al capital industrial, ocasionando dispersión y desasosiego a la clase obrera, con grandes volúmenes de desempleo y empresas -grandes y medianas- quebradas, se crea indudablemente una debilidad y confusión en la clase obrera, la cual se manifiesta cuando en países como Japón, los Estados Unidos, y algunos países Europeos, los obreros pierden sus reivindicaciones drásticamente, y negocian sus salarios a costa de no perder sus empleos. Como nos lo dice Vivian Forrester en su magnífico libro “El horror económico”: los obreros ahora luchan para ser explotados, ante el terror de perder sus empleos. Esta situación indudablemente distorsiona la correlación de fuerzas entre capital y trabajo, barómetro fundamental para medir el avance de las fuerzas progresistas, en la marcha hacia el socialismo.
Tras doce años de silencio e incertidumbre de las fuerzas progresistas de izquierda, tras la desintegración de la Unión Soviética, precisamente de la tierra de Bolívar -donde comenzó el fuego libertario que incendió praderas y montañas de la América del sur-, surge con gran ímpetu una luz de esperanza para el mundo. Irrumpe un grito de guerra por el socialismo. Se produce un despertar de los pueblos. ¡ Despertó Bolívar !… y con él, despertaron los pueblos de nuestra América. La propuesta ideológica es el “Socialismo Bolivariano, e indoamericano”. Propuesta alejada de todo dogmatismo. Asumiendo el Marxismo como una guía en la interpretación de los procesos sociales a través del método dialéctico y el materialismo histórico. Con novedosos aportes para enriquecerlo y (r)evolucionarlo,  ya que no debemos ver al marxismo como una entelequia estática, metafísica… Por el contrario, el marxismo como corriente del pensamiento filosófico tiene también que ser dialéctico y -por lo tanto- dentro de él tienen que operarse cambios cuantitativos y cualitativos propios de todo proceso dialéctico. Por ejemplo, en la época de Marx y Lenin, el aspecto fundamental era la lucha contra la explotación del hombre por el hombre dentro del sistema capitalista. Hoy, además de ese aspecto -muy importante-, existe un nuevo elemento, sumamente vital para la supervivencia del hombre y el planeta, como lo es la propuesta ecológica. Y, en dos palabras, dentro del capitalismo, o con el Capitalismo, es imposible pensar en la preservación de la especie humana y del planeta; por lo tanto este aspecto tan importante se ha convertido en bandera de lucha y consigna fundamental en las causas de nuestras luchas libertarias por el Socialismo. Otro elemento que se está revisando en nuestro proceso, es el estamento protagonista del mismo. Cuando hablamos del Estado comunal, asumimos que en el protagonismo, donde indudablemente esta imbricada la clase obrera, hay un estamento social, un contenido: el entorno de los barrios pobres, de los excluidos -donde indudablemente viven los obreros-, los trabajadores, los estudiantes, los pequeños comerciantes y artesanos, las amas de casa… Este estamento social comprendido dentro del espacio de la comunidad, conforma “la puesta en escena” en la que se desarrolla la participación ciudadana, el poder popular y el estado comunal. Por lo tanto la fuerza motriz del proceso debe ser la comunidad organizada, donde convergen la clase obrera y los demás estamentos sociales que conforman la comunidad. Esto se explica, por las características de nuestro proceso. Primero: la debilidad del movimiento obrero, nacional e internacional (cuando hablamos de debilidad, no nos referimos solamente al aspecto organizativo, también tomamos en cuenta la debilidad en el nivel de conciencia de clases, con ausencia en muchas ocasiones del objetivo político del poder, diluyéndose en escaramuzas economicistas sin tener claro el momento político que se está viviendo en nuestra región); Segundo: otro aspecto es la momentánea debilidad del aparato productivo nacional, ocasionada, por un lado por la “politización”, o partidización de los gremios patronales -como Fedecámaras-, que distorsionan sus objetivos de producción para caer en el sabotaje con el propósito de desestabilizar al gobierno; y tercero:  el proceso de transición hacia una economía con formas de producción socialistas que se opera en nuestra economía. A todo esto le sumamos el carácter “vertical” de nuestro proceso, en el que los cambios no son producto de las luchas de la clase obrera y/o las bases organizadas, sino que son propuestas decretadas desde el ejecutivo, haciendo difícil el cambio integral -de la mentalidad asistencialista, hacia la participación plena de las comunidades-, con claros objetivos de poder político, mas no economicistas y asistencialistas como en la cuarta república. Y por último, la falta de cuadros medios, que bajen y siembren en las comunidades, esas acertadas estrategias que tiene nuestro líder en su lucha por una Venezuela socialista, quien firme en su empeño, acompañado del pueblo de Bolívar -que es toda la América-, propone la Ley de las Comunas, con el propósito de articular en redes los consejos comunales (desarticulados hasta ahora), y de esta manera crear las condiciones para formar el Estado Comunal, enmarcado en la nueva articulación del poder público (Art. 136 de la Constitución Bolivariana). Así se fortalecerá el poder popular, concatenándose con el Consejo Federal de Gobierno. Esto dará como resultado la galvanización de un solo gobierno articulado -ejecutivo-comunidades-, lográndose de esta manera una verdadera descentralización y la consolidación del poder popular. Es imperante una respuesta del pueblo, a la confianza puesta en él por nuestro líder, resumida en su famosa frase:  “me la juego con el pueblo”. La respuesta debe ser la organización y la lucha incansable. Cada segundo, cada minuto, cada hora , cada día… por consolidar el Poder Popular, columna vertebral de este proceso. La lucha no es ni va a ser fácil. La cuestión es fortalecer, consolidar este proceso y que él mismo trascienda cuando no esté el comandante; ya que como dice Meszaros en su obra “El desafío y la carga del tiempo histórico”:  la edad de la sociedad es inmensamente más longeva, que la edad biológica del hombre.

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