Opinión - 11 noviembre, 2013 | 12:00 AM
Los vehículos ardían por completo cuando a lo lejos se escuchó la voz de un tipo llamado Cebollo, quien de manera insistente y criminal incitaba a sus tarifados seguidores a no detener sus acciones de terrorismo callejero y de bajas pasiones. Desafiando todos los códigos de la moral y el respeto a la dignidad del ser humano, el tipo se disfraza de pulcro y honesto demócrata, quizás para ocultar su verdadera naturaleza terrorista de baja categoría, porque eso de estar quemando vehículos constituye un verdadero acto de extrema cobardía.
Fue así como
poco a poco el tal Cebollo fue dejando huellas a través de la violencia,
claramente iluminada a la luz del día. Y a través del tiempo su actitud
violenta jamás cambió, sino que los actos terroristas se fueron
incrementando bajo el esquema de la destrucción progresiva. Y el día que
no que incendiaba ningún vehículo, él y sus secuaces parecían perros
encadenados entre los escombros de su propia maldad. El olor de los
incendios los desesperaba y ladraban hasta acabar ardiendo en su propia
ansiedad de agujeros perrunos.
Cuenta la leyenda contemporánea que él se movía entre las dos universidades, sembrando de terror toda la zona, en sus calles y avenidas, donde sus seguidores tarifados actuaban como un escuadrón tipo comando y “cazaban” a sus presas, particularmente a los vehículos pertenecientes a instituciones del Estado para incendiarlas sin ningún tipo de remordimiento. La estrategia terrorista les funcionó en sus planes macabros, porque actuaban con la mayor impunidad y férreamente protegido por los municipales, quienes hasta les colaboraban con los instrumentos incendiarios, entre los cuales destacan: gasolina, fósforo piedras, neumáticos, camiones cargados de granza, que le servían de obstáculos para el ejecútese de sus hazañas de alta traición a la patria y a la paz y tranquilidad de los ciudadanos de la ciudad cordial.
Así, entre chatarras y chatarras de los vehículos incendiados con sus propias manos, el personaje de marras logró la admiración de la detestable clase política corrupta, que vieron y ven en su pupilo la posibilidad de seguir chupando de las mieles de la corrupción. Recordemos, que el tal Cebollo, viene contaminado con la peste verde, clase política parásita que desgobernó a eta comarca. “…Será grande”, decían hasta el cansancio y al final fue el gobierno más mediocre en la historia política de la humanidad. El balance está a los ojos de todos: casi un gabinete completo preso hasta hoy en día por actos graves de corrupción, instituciones que fueron saqueadas y llevadas casi hasta las ruinas, gastos mil millonarias en cenas y saraos de todo tipo. Por eso fue que este noble pueblo les dio la espalda y les quitó el respaldo, que los condujo a la derrota de diciembre del año 2012, dándole la oportunidad a un gerente que anda gobernando apegado a los postulados del proyecto Nacional y de la revolución.
Pobre ciudad si llegara a caer en las manos del tal Cebollo. De allí que es bueno recordarles a los habitantes de la villa: que habría más delincuencia, más paramilitarismo, más vehículos incendiados y ese olor a cebolla picha seria insoportable. Sería el caos y ya no se hablaría más de la ciudad cordial, sino de la inmortalidad del cangrejo, que sería mas interesante. Por eso actívate y usa la razón para que ni la peste amarilla ni la peste verde gobiernen la ciudad.
*Politólogo
// eduardojm51@yahoo.es
Cuenta la leyenda contemporánea que él se movía entre las dos universidades, sembrando de terror toda la zona, en sus calles y avenidas, donde sus seguidores tarifados actuaban como un escuadrón tipo comando y “cazaban” a sus presas, particularmente a los vehículos pertenecientes a instituciones del Estado para incendiarlas sin ningún tipo de remordimiento. La estrategia terrorista les funcionó en sus planes macabros, porque actuaban con la mayor impunidad y férreamente protegido por los municipales, quienes hasta les colaboraban con los instrumentos incendiarios, entre los cuales destacan: gasolina, fósforo piedras, neumáticos, camiones cargados de granza, que le servían de obstáculos para el ejecútese de sus hazañas de alta traición a la patria y a la paz y tranquilidad de los ciudadanos de la ciudad cordial.
Así, entre chatarras y chatarras de los vehículos incendiados con sus propias manos, el personaje de marras logró la admiración de la detestable clase política corrupta, que vieron y ven en su pupilo la posibilidad de seguir chupando de las mieles de la corrupción. Recordemos, que el tal Cebollo, viene contaminado con la peste verde, clase política parásita que desgobernó a eta comarca. “…Será grande”, decían hasta el cansancio y al final fue el gobierno más mediocre en la historia política de la humanidad. El balance está a los ojos de todos: casi un gabinete completo preso hasta hoy en día por actos graves de corrupción, instituciones que fueron saqueadas y llevadas casi hasta las ruinas, gastos mil millonarias en cenas y saraos de todo tipo. Por eso fue que este noble pueblo les dio la espalda y les quitó el respaldo, que los condujo a la derrota de diciembre del año 2012, dándole la oportunidad a un gerente que anda gobernando apegado a los postulados del proyecto Nacional y de la revolución.
Pobre ciudad si llegara a caer en las manos del tal Cebollo. De allí que es bueno recordarles a los habitantes de la villa: que habría más delincuencia, más paramilitarismo, más vehículos incendiados y ese olor a cebolla picha seria insoportable. Sería el caos y ya no se hablaría más de la ciudad cordial, sino de la inmortalidad del cangrejo, que sería mas interesante. Por eso actívate y usa la razón para que ni la peste amarilla ni la peste verde gobiernen la ciudad.
*Politólogo
// eduardojm51@yahoo.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario