- Publicado el Martes, 25 Marzo 2014 19:15
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No son ni un Reich ni un Huangdi, los responsables de la quema de 15 Universidades en Venezuela.
A
los períodos más cruentos de la historia de la humanidad, más
sanguinarios y también más retrógrados, aparentemente extintos, los
acaba de superar en pleno siglo XXI, la atroz destrucción sistemática de los centros de conocimiento y educación en la República Bolivariana de Venezuela.
Lo
que no deja de sorprender es que estos episodios de la historia
estuvieron marcados por una feroz pugna por el poder, que impulsaron
líderes y organizaciones políticas
o religiosas para dominar en términos de clase, a sectores más
frágiles, en pro de su supremacía; sin embargo en Venezuela la historia
cambia de manera abrupta
y se convierte en un fenómeno incomparable, un fenómeno donde una
minoría social, los ricos y sus serviles aliados, no tuvieron más
camino, que demostrar su talante
perverso, reaccionario y en el peor de los casos, fascista, frente a
sus reiteradas derrotas en el campo político y social. Pruebas hay de
sobra: un estado revolucionario
fortalecido, una mayoría electoral de la Revolución triunfante,
reconocimiento en el campo internacional y legitimidad democrática, son
elementos que esta minoría neo-fascista, no puede sobrellevar.
A
la pintoresca historia del Capítulo VI del Quijote de la Mancha, cuando
el cura y el barbero, queman los libros de la biblioteca del Caballero
de la triste figura, biblioteca
que acusaron de haber secado el cerebro del hidalgo, la superó la
novela de Ray Bradbury: Fahrenheit 451, más adelante llevada al cine por
François Truffaut,
en donde los bomberos ya no apagan incendios sino que queman libros,
pues según el Gobierno distópico en esta novela, leer impedía a los
ciudadanos ser felices.
Pero a estos dos ejemplos de ficción y fantasía, los superó la
realidad; y aquí también pruebas hay de sobra, repasemos:
El
imperio de Qin Shi Huangdi en el proceso de unificación China, hacía el
siglo III a.c., entre otras cosas menos perversas, lo caracterizó una
etapa cruel en la que se promovió
el asesinato de académicos y pensadores, la quema y confiscación de
libros y manuscritos, así como la persecución a las Cien escuelas de pensamiento, una serie de escuelas de filosofía y de filósofos, que preceden la sólida cultura asiática hasta nuestros días.
En el imperio de Teodosio el Grande en Roma a finales del siglo IV d.c, fue la llamada Biblioteca-Hija de Seraphis, un complemento de la Gran Biblioteca de Alejandría,
quien sufrió los embates de los conflictos político – religiosos de la
época. En medio del inicio de una feroz guerra entre páganos, cristianos
y judíos, fue
ésta Biblioteca Hija saqueada y destruida alrededor del año 391 d.c,
cuando el emperador ordena la destrucción de los templos paganos de la
ciudad de los Ptolomeos.
Cientos de manuscritos, pergaminos de papiro y libros sobre teorías y
avances en las ciencias matemáticas, astronómicas, físicas, geométricas y
medicinales de los romanos, fueron quemados o desaparecidos.
Bajo el período oscurantista de la edad media comprendido entre los siglos IV y XV, se desplegó la persecución de la Inquisición de la iglesia católica. Esta institución fue establecida en 1184 mediante la bula del papa Lucio III, con lo cual se instaba a los obispos a extirpar la herejía, concediéndoles la autoridad de condena contra los llamados herejes,
estos últimos caracterizados por ser disidentes de algunas doctrinas de
la Iglesia, que otrora eran castigados con la ex-comunión, más
adelante con la tortura y posteriormente con la persecución y
eliminación total de todo vestigio literario, teórico, artístico,
científico o académico que representara pensamiento contrario a los católicos.
La
quema de los Códices o manuscritos Mayas, por el proceso de conquista y
genocidio español en México, especialmente por parte del sacerdote
Diego de Landa en la localidad
de Maní (Yucatán), ha sido otro episodio brutal de la historia en
contra del conocimiento universal. De Landa alrededor de 1562, en un
acto llamado auto de fe de Maní,
hizo quemar cinco mil ídolos y 27 Códices de los antiguos Mayas. Los
Códices fueron libros y manuscritos de investigación muy amplios e
importantes para la cultura Maya; grandes
avances arquitectónicos, astronómicos, matemáticos, y el sistema de
escritura pictográfica fueron destruidos en este lamentable episodio de
la historia.
Entre
los años 1933 y 1938 ocurrieron en la Alemania Nazi, dos eventos de los
más escalofriantes de la historiografía contra el pensamiento plural.
Joseph Goebbels Ministro
de Propaganda del III Reich dirigiendo a la Nationalsozialistoischer
Deutscher Studentenbund (Asociación de Estudiantes Alemanes
Nacionalsocialistas), emprendió una
campaña denominada “Aktion wider den undeutschen Geist” (Acción contra
el espíritu anti alemán) en la que se inició el saqueo de librerías,
bibliotecas universitarias
y centros educativos. Fue el 10 de Mayo de 1933 en la Plaza Opernplatz,
donde se realizó la quema de todos los miles de libros y textos
saqueados, generando
una reacción en cadena similar, en 21 universidades alemanas. Además de
esto, durante el 9 y 10 de noviembre de 1938, fue cuando ocurrió la tristemente célebre Noche de los cristales rotos, una serie de ataques atroces contra propiedades, escuelas, bibliotecas, hospitales y sinagogas del pueblo judío; demoliéndolas con mazos, piedras, fuego y armas.
Una
vez derrocado el gobierno del Presidente Salvador Allende por parte del
General dictador Augusto Pinochet, en Chile, a mediados de septiembre
de 1973, se sentenció al país a un estado de sitio
que propició terribles agendas de control militar, político y hasta
cultural. En su proclama inicial, la Junta Militar golpista se declara
antimarxista, con lo cual
se procede a perseguir, asediar, destruir y desaparecer todo lo que
sobre estos y otros temas, existiese. Fue el propio 12 de septiembre, a
un día
del inicio del golpe, que se ordena la destrucción de todos los
diarios, revistas, libros, bibliotecas o símbolos que relacionados al
pensamiento crítico universal.
Ese mismo día en Santiago de Chile, la editorial Quimantú, principal
centro editorial masivo creado por el gobierno allendista, fue saqueada y
a continuación
quemados todos los ejemplares de textos literarios, periodísticos y
políticos almacenados en su sede, frente a los ojos de los presentes y
frente a los lentes de la televisión
y medios, aupados por el régimen. De esta misma forma el 23 de
Septiembre, fue atacado el conjunto residencial "Remodelación San
Borja", edificaciones donde se encontraron
miles de libros, textos y documentos que fueron quemados por los
militares, formando una hoguera que tardó en aplacarse alrededor de 14
horas.
Durante
el año 1976, Luciano Benjamín Menéndez, jefe del III Cuerpo del
Ejército Argentino con sede en Córdoba, a cargo del proceso de
reorganización Nacional, luego del
golpe de Estado donde se estableció la junta militar liderada por el
teniente Gral. Jorge Videla, se ordenó una quema masiva de libros,
argumentando para entonces
que: "De la misma manera que destruimos por el fuego la documentación
perniciosa que afecta al intelecto y nuestra manera de ser cristiana,
serán destruidos los
enemigos del alma argentina". Agregaron que lo hacía a fin de que no
quedara ninguna parte de estos libros, folletos y revistas, para que con
este material no se siguiera engañando a sus hijos. (Diario La Opinión, 30 de abril de 1976).
Durante
el año 1991, en conflicto bélico promovido por Bush padre, fue
destruida la Universidad de Mustansyria, fundada en el siglo XIII, una
de las universidades más antiguas
del mundo. Pero fue a mediados del año 2003, que la humanidad vivió una
de las muestras más infames de intolerancia: la destrucción de los
principales centros culturales
de Irak; una de las regiones con más historia y antigüedad en el
planeta. Fue el día 13 de abril de éste año, tras la toma de Bagdad por
el ejército de Estados
Unidos que una multitud reaccionaria junto al ejército invasor, regó
con combustible el Museo Nacional de Bagdad y le prendió fuego. Entre
los tesoros de este Museo estaba la más importante
colección de antigüedades mesopotámicas del mundo. Pero sin ser
suficiente, en el mismo ataque fue destruido el Archivo Nacional de
Irak, desapareciendo con él
diez millones de documentos de indescifrable valor. Se estima también
que alrededor de 200.000 es el número de objetos de arte e interés
arqueológico, definitivamente
perdidos. Otro hecho macabro fue el bibliocausto y memoricidio tras la
quema de la Biblioteca Nacional de Bagdad, acabando con los manuscritos
que instituían fuentes auténticas relacionadas con la tradición judía, islámica y cristiana.
La
Biblioteca de La Academia de Ciencias de Egipto, fue otra víctima del
culturicidio promovido por las guerras. En el año 2011, el 18 de
diciembre específicamente, se propició el incendio
del edificio de la Academia de Ciencias que albergaba más de 190.000
materiales documentales desde el siglo XVIII. El 90% de los libros que
sustentaban las fuentes del siglo XIX también se convirtieron en cenizas.
Todas
estas referencias historiográficas, aún a pesar de algunas
imprecisiones de rigor, representan la fuente manifiesta del horror
sistemático al que son sometidos los
pueblos del mundo, tras el oprobio imperialista, el fascismo, las
guerras de invasión, la hegemonía del Capital, y junto a ello la
promoción del racismo, chovinismo, etnicismo, odio, fanatismo, el miedo y los impulsos sangrientos de la historia de dominación mundial.
Como
contraparte a estos lamentables hechos, el proceso revolucionario
venezolano se destaca por la promoción educativa, cultural y artística;
fomentando el cultivo del conocimiento, las ciencias y la
tecnología, donde tan sólo en el año 2010 fueron fundadas 9
Universidades, completando un total de 60 en todo el país, entre
autónomas, experimentales y privadas. Un
proceso que ha sido reconocido por la UNESCO (en 2014) por ocupar el
segundo lugar entre los países de América Latina y el Caribe y el quinto
en el mundo, con el 83% de matriculación, la mayor tasa de ingreso de estudiantes universitarios en la región.
Es consternante entonces que reaparezcan fenómenos fascistas depuestos por la
historia: la quema ruin de 15 universidades es la prueba, y minúsculos
pero perversos criminales de oposición, los culpables. Al respecto el
Presidente Nicolás Maduro declaró en una marcha estudiantil en rechazó al fascismo, realizada en marzo del presente año: "No estamos exagerando, no sólo quemaron la UNEFA (Universidad Nacional
Experimental de la Fuerza Armada) en Táchira, han quemado 15
universidades en el país y hoy lo denuncio ante el mundo”.
¿Cómo
se puede denominar a estos hechos? ¿Qué consecuencia tendrán para la
histórica contemporánea de la humanidad? Debe quedar claro que no se
trata de juntas militares,
ni guerras de invasión, tampoco de fundamentalismo religioso, tiene muy
poco de dictaduras autocráticas y mucho menos se trata del poderío de
un Reich o un Huangdi,
se trata de la demencia de una minoría social, auspiciada por
incógnitos empresarios, políticos de la región, y organizaciones
paramilitares que frente a la desesperación por las derrotas, arremeten como fieras heridas.
¿Y
cómo se le pondrá freno a esto? Quizás dejando de pretender que
llamándoles a diálogo, invitándoles a conciliar, y ofreciéndoles
suculentas rebanadas económicas, ellos
se harán más dóciles o menos siniestros. Quizás también comprendiendo
que la única forma de detener su vehemencia fascista, sea de una vez por
todas, profundizando
el Socialismo, consolidando el tan aludido Golpe de Timón y
aprovechando esta crisis política para radicalizar. Frente al fascismo
sólo hay una respuesta: El Socialismo.
Fuentes:
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