Hay que saludar la responsabilidad revolucionaria de tan importante iniciativa, así como el hecho de que la misma venga siendo divulgada por ese importante instrumento de las luchas del pueblo que es APORREA (aporrea.org). Es el momento de pensar, de trabajar, de discutir, de aclarar. De “Aprender a estar de acuerdo”, como decía Bertold Brecht, porque la cosa se nos está poniendo color de hormiga...
En primera página, por llamarla así, de este Portal Alternativo, aparece la intervención del camarada Roland Denis en ese foro, quien comenzó discurriendo sobre las características y composición de los protagonistas de cada uno de los dos momentos de agresión contrarrevolucionaria. Acertadamente -en mi opinión-, Denis identifica con los remanentes del viejo poder “cuarto-republicano” a los sectores que liderizaron el golpe de estado de Abril del 2002: La vieja aristocracia burguesa entronizada en FEDECAMARAS, la cúpula corrupta del sindicalerismo adeco-copeyano, la “meritocracia” en el dominio de PDVSA, la jerarquía eclesiástica y los remanentes dentro de las Fuerzas Armadas, del clientelismo al servicio de los poderes económicos. Todo ello con la decisiva participación del grueso del poder mediático y, por supuesto, con evidentes expresiones de respaldo en el ámbito internacional.
De todos estos, el empresariado, parte de las cúpulas partidistas y los curas, por supuesto, son los que hoy en día están sentados en la mesa de diálogo con el Gobierno.
Interpretamos que estos sectores, como es el caso de las viejas cúpulas empresariales y sindicales, ya a estas alturas han experimentado una importante merma en su conexión concreta con la realidad política y social. PDVSA fue, en gran medida, recuperada y puesta al servicio de los grandes intereses sociales del proceso bolivariano. Y en cuanto al ejército, se percibe que el Comandante Chávez logró una transformación efectiva de las Fuerzas Armadas, colocándolas al servicio del proceso revolucionario. No destruyó al ejército de la burguesía para reemplazarlo por uno al servicio de la causa del pueblo, como nos lo enseñaron los teóricos, pero sí logró transformarlo en esa dirección. Al menos eso es lo que se ha percibido hasta ahora, de una forma por demás elocuente, con la denominada “Alianza cívico militar”, en gran medida sostén del proceso...
De seguidas, Denis ubica a la clase media como la protagonista principal de las movilizaciones terroristas y las 'guarimbas' ocurridas en Venezuela desde febrero del 2014. Allí reside sustancialmente la diferencia cuantitativa y cualitativa más importante. Se trata precisamente de esa clase hacia la cual el chavismo no ha desarrollado políticas efectivas para generar su participación masiva y decisiva, en el proceso revolucionario, lo cual el mismo Chávez reconoció en varias oportunidades. Ello no significa que la revolución bolivariana no haya beneficiado -y mucho- económica y socialmente a las capas medias. Pero algo ha habido en la política del chavismo que no ha logrado propiciar que grandes conglomerados de estos sectores, participen. Más por el contrario, se consolida cada vez más su masificación como oposición y ya han pasado quince años en los que estos sectores se han venido sintiendo excluidos y, en consecuencia, actuando como si fueran ellos los 'despojados' por la revolución bolivariana, para lo cual a buen seguro ha contribuido la condición ideológica ambigua e inconsistente de la pequeña burguesía, unida al pertinaz y efectivo bombardeo político, cultural e ideológico, por parte de los medios masivos de comunicación.
Estamos hablando de una clase que se formó al calor de la plusvalía petrolera. Que asumió la vanguardia política a partir de la llamada revolución de octubre de 1945, y que tuvo sus personeros iniciales en la llamada 'Generación del 28'. La que después, durante la dictadura perezjimenista, y especialmente durante los cuarenta años del Pacto de Punto Fijo, alcanzó el clímax de su rol protagónico. En cierta medida, era la clase que decidía. Llegó un momento en Venezuela, en que las movilizaciones electorales se medían más por la cantidad de automóviles en las caravanas, que por la participación popular en los mítines.
Una clase que además se venía cualificando al amparo de las universidades “autónomas” durante las décadas de la Democracia Representativa. Universidades que en su momento fueron bastiones de las luchas revolucionarias y la lógica determinaría que produjeran profesionales para la transformación y las luchas del pueblo. Una clase que cuando asume una causa, lo hace con gran dedicación y hasta heroísmo. Una clase que entregó la sangre de su hijos, especialmente provenientes del sector estudiantil, en la aventura de “tomar el cielo por asalto” de la lucha armada convocada por las organizaciones revolucionarias de los años sesenta del siglo pasado. Es decir, una clase cuya juventud y sectores estudiantiles tradicionalmente han sido actores de gran combatividad. “El motorcito a gasolina que se enciende primero, para poner en movimiento la gran maquinaria Diesel”, que nos explicaba Rafael Iribarren en la Izquierda Cristiana...
Por eso pretender negar la participación importante, determinante, del sector estudiantil en las recientes movilizaciones contra el Gobierno, inclusive en las acciones terroristas o no, que llamamos “Guarimbas”, es pretender tapar al sol con un dedo. Los estudiantes en estas movilizaciones representan una vanguardia de las clases medias, que independientemente de las dificultades e incomodidades que se les hace sufrir en sus propios sectores habitacionales, se sienten representados en esas movilizaciones, porque con ellas están recobrando su protagonismo. Se sienten reivindicadas después de quince años acumulados de odios y resentimientos, inoculados por la feroz campaña del poder mediático para la cual nuestros propios errores has sido caldo de cultivo. Y ya ahora será muy difícil que regresen a la 'normalidad' de sus hogares, por muchas “mesas de diálogo” que establezca el gobierno con los sectores económicos y cúpulas partidistas, cuyos representantes ahora trabajan por sacar beneficios de las conciliaciones con el gobierno chavista, porque de alguna manera, ponerse de acuerdo por la paz, implica conciliar en algunas cosas.
Está más que evidente que no es por esos lados que 'la guarimba' está recibiendo las directrices, el apoyo paramilitar y logístico, y los recursos económicos.
Seguramente no les preocupa mayormente a los 'tanques pensantes' de esta estrategia, que sea nada más en los sectores residenciales de la clase media donde se mantiene 'La Guarimba'. No es problema que los barrios populares no solo no se movilicen, sino que hasta las rechacen. La estrategia es mantener la llama encendida, mantener a la clase media movilizada... como ha seguido ocurriendo. Ya se encargará la inmensa maquinaria mediática de difundir por todo el mundo, una Venezuela en caos, lo que es -finalmente- el objetivo. Y por nuestra parte, pretender que 'la guarimba' ha sido derrotada, no es otra cosa que tirarle peos a la luna, para expresarlo en los términos más coloquiales posibles... ¿ Derrotada y el gobierno ha tenido que sentarse a dialogar, a ponerse de acuerdo con los sectores que hasta ayer mismo eran sus más irreconciliables enemigos...?
De los clásicos del marxismo aprendimos que sería la clase obrera -con su ideología-, la conductora en la construcción socialista, en alianza con las demás clases populares: el campesinado, los artistas, los profesionales, los intelectuales de la ciudad y del campo... Es decir: las capas medias o clase media, para algunos; o ‘pequeña-burguesía’ para otros. Pero como bajo la premisa de que cada revolución es un modelo único en la historia, y la bolivariana tuvo la especificación cronológica de ser "la del siglo XXI”, tal vez a ello se deba que durante este proceso, la clase obrera ha vivido la época de peor desarrollo en sus condiciones organizativas, y, en consecuencia, la menor capacidad para sus movilizaciones como clase. Y la situación del campesinado se saca fácilmente por el estado en que se encuentra nuestra producción (y productividad) agrícola hoy por hoy y unido a ello los centenares de asesinados por órdenes de los terratenientes, coronados con la más flagrante de las impunidades.
Otro elemento que aprendimos de los clásicos, se refiere al importante papel que están llamados a jugar los sectores medios en la construcción revolucionaria. Más necesarios aún, por tratarse de un proceso con las características del ‘bolivariano’ en Venezuela, que brega por los caminos pacíficos y que ha tenido que fundamentar, en muchas ocasiones, en reformas -radicales algunas y otras no tanto-, las políticas sociales y económicas. Para ser más claros: no siempre han estado completamente definidos los linderos entre revolución y reformismo, en la Revolución Bolivariana.
Armados de las ideas emancipadoras, esa clase ha producido a los más luminosos líderes y pensadores revolucionarios de la historia, ha sido crisol del pensamiento y la acción liberadora de los pueblos. Está llamada como clase, con sus virtudes y capacidades, a acompañar a los obreros y campesinos, en la construcción socialista. Paradójicamente, en nuestro proceso, en la revolución bolivariana, resulta ser la ‘avanzada’ para su derrumbe.
GUARIMBA EN VENEZUELA: LA MÁS RECIENTE ESCALADA DEL PLAN COLOMBIA
Y precisamente ese importante sector o clase o social, ha sido y lo será tal vez por un buen tiempo más, el caballito de batalla de una estrategia para derrocar al Gobierno Bolivariano en Venezuela, y con él, por supuesto, a la revolución. Se trata de un contundente apoyo de masas a una estrategia que abarca múltiples frentes, que trae más de una década en desarrollo y que tiene dimensiones continentales.
Cuando los congresistas gringos (aquellos a quienes correspondió), le estaban vendiendo la idea del “Plan Colombia” al Congreso norteamericano, hace ya una década larga, exponían que sería ese el instrumento para el control de la inmensa biodiversidad y los cauces acuíferos de la selva amazónica y las reservas de combustible más cuantiosas de la tierra ubicadas en la Faja Petrolífera del Orinoco. Es decir, lo que queda de solución de vida, en un planeta que el capitalismo ha venido devastando inmisericordemente, y lo que queda de una energía que también ellos han agotado y que se hace cada vez más imprescindible para los tiempos venideros.
En otras palabras, la recuperación definitiva del control absoluto de lo que la oligarquía que domina en los Estados Unidos considera su “patio trasero”. Lo cual se hace ahora más perentorio, ante las dificultades que ha venido experimentando en conflictos, en otras latitudes, como en los casos de Irán, Siria, o la anexión de Crimea a la Federación Rusa. Todas confrontaciones con un intenso olor a gas y a petróleo.
La experiencia de los últimos tiempos, como Vietnam por ejemplo, les ha enseñado que son las insurgencias populares armadas, las que han sido capaces de derrotar el inmenso poderío militar de los Estados Unidos. Algo parecido les ocurrió en la guerra con Corea, o tiempo atrás con el mismo Augusto César Sandino y su ‘Ejército de Hombres Libres’.
¿Y POR QUÉ EL PLAN COLOMBIA PARA CONTROLAR EL PETRÓLEO VENEZOLANO ?
La insurgencia revolucionaria armada colombiana, y dentro de ella algunas fuerzas con cinco décadas de existencia, pasó de ser un mero grupo de guerrillas, a convertirse en efectivos Ejércitos Populares Insurgentes. Y estaba visto que la oligarquía local, con su ejército, y hasta con la ‘ayuda’ de sus bandas criminales de paramilitares, eran capaces de acabar con esos movimientos armados del pueblo. Entonces surgió el ‘Plan Colombia’ como la forma de intervenir en el conflicto armado de una manera decisiva, que fuera inclinando la balanza hacia el lado del orden neocolonial, y que estableciera a la República de Colombia como el gendarme norteamericano en Suramérica. Triste papel de esa miserable oligarquía que sólo ha podido enfrentar a su pueblo alzado, con los recursos del amo imperial...
En entrevista recientemente realizada, el Presidente Juan Manuel Santos, afirmó que el Plan Colombia ha resultado efectivo y que muestra de ello es que, en este momento, están desarrollándose conversaciones de paz en La Habana. Entonces nos preguntamos si tiene razón el Comandante Iván Márquez cuando sostiene que “esta guerra no la ha ganado nadie” (?) ...
Cualquier tipo de intervención u ocupación militar en Venezuela, con la existencia de los movimientos populares armados en Colombia, tendría la posibilidad de reactivar esos mecanismos y vínculos históricos existentes desde los tiempos de nuestra gesta independentista, y encender con la guerra popular a todo el continente, bajo la consigna bolivariana de “La Patria es la América”. En conclusión, una insurgencia pacificada en Colombia dejaría el camino mucho más expedito para la intervención militar en Venezuela.
Está bien que hemos decidido hacer transitar a nuestra revolución por los caminos de la paz, pero cuando el enemigo no te deja otra alternativa, sería una criminal cobardía no prepararse para la guerra.
En función de esa guerra contra el pueblo venezolano, llevamos varios años siendo invadidos por grupos de paramilitares colombianos y hoy los tenemos copando las principales barriadas de nuestras ciudades, entrenando y apoyando -con luchas de calle- a esas guarimbas, que no son otra cosa que formas de guerrilla urbana. Participando activamente en la estructuración de formas organizativas, políticas y de acción directa, que hasta hace muy poco no existían en Venezuela. Todo eso viene de Colombia, formado y financiado a través de Colombia y es parte de un plan estratégico integral...
LA MESA DEL DIÁLOGO
Grandes expectativas desde adentro y desde afuera ha suscitado la llamada Mesa de Diálogo, entre el Gobierno y sectores de la oposición. Entre otras cosas, porque se trata precisamente de esos sectores de oposición que menos comprometidos han estado en el desarrollo de las más recientes guarimbas.
Y ¿ cuáles son las expectativas ? Desde los sectores de oposición que participan, la idea es lograr ser ellos los interlocutores o protagonistas de un proceso, que aspiran sea de conciliación. Aprovechándose de toda una acción de calle, de las cuales no han renegado como les reclaman los camaradas, pero sabido es que en ella no fueron en realidad protagonistas importantes.
Desde los círculos internacionales, la expectativa debe ser que tengan toda la razón los sectores radicales de la revolución, en el sentido de que colocado contra las cuerdas, el Gobierno nacional se ha visto obligado a negociar. Acosado por un lado por las movilizaciones de calle, y, por el otro, por una situación económica generada tanto por el feroz ataque económico como por la propia incompetencia.
En esta situación, ante la amenaza real de una intervención que muy difícilmente en estos momentos estaríamos en capacidad de resistir, el diálogo del gobierno será para acordar una serie de cosas importantes (la mayoría de éstas desconocidas para el público en general), y que dentro de esos acuerdos, se den las condiciones para la entrega progresiva de la Revolución Bolivariana. En cuyo caso se estarían cumpliendo los objetivos de toda la estrategia y de una forma -tal vez- menos traumática.
Para los sectores radicales de la izquierda venezolana, como señalábamos anteriormente, se trata de la apertura de puertas a la traición. Para algunos, el gobierno de Nicolás Maduro evidentemente ha comenzado a traicionar el legado del Comandante Chávez y está sentando las bases para un nuevo pacto de Punto Fijo. O sencillamente se van cayendo las caretas, para entrarle de lleno a la componenda y la sociedad política y económica que ya de soterrada manera se vienen dando desde hace buen tiempo entre sectores del gobierno y grupos económicos.
A fin de cuentas el Gobierno sí se ha anotado un triunfo, al lograr que sectores de oposición, los menos comprometidos con la guarimba, se sienten en una mesa de diálogo, la cual incluye a los más importantes grupos económicos. Con ello ha logrado una cierta pausa en la actividad guarimbera y la apertura de un compás de espera en la expectativa de para dónde marcha el asunto...
Si de estas mesas surge esa nueva modalidad del Pacto de Punto Fijo que tanto se temen los camaradas -que haga a Venezuela regresar de lleno al redil del concierto neocolonial-, y funciona y se mantiene, ya será solo cuestión de tiempo el retorno a la “normalidad” en lo que a la resistencia de derecha se refiere. De momento allí estarán esperando, “como caimán en boca e´caño” esas nuevas estructuras para el enfrentamiento urbano, que de una manera acelerada y muy bien financiada, vienen organizándose entre la clase media venezolana.
Por otro lado, en el campo revolucionario seguimos mandándonos mutuamente a todos para el carajo. A pesar de la información que nos llegó de esa quimérica instancia a través del camarada Raúl Bracho, donde se nos informa, que ya está todo ocupado por esta temporada.
Roland Denis, también en la exposición que motivó inicialmente este artículo afirma que el objetivo de estas movilizaciones no es simplemente derrocar el gobierno, es derrocar a la revolución. (Claro que lo uno pasa por lo otro). Pero este brillante descubrimiento de la pólvora, nos lleva a un hecho, este sí, muy importante para nosotros: estamos en revolución y ya ese es un valioso punto para empezar a tratar de aprender a estar de acuerdo. Inclusive con camaradas como Sierra Corrales, quien cuestiona la conducción de este proceso desde los comienzos mismos del Comandante Chávez. Pero todos -en general- pareciera que coincidimos en que desde hace mucho tiempo, antes de la aparición de Chávez, en Venezuela se vive un proceso revolucionario.
Entonces reaparece la vieja pregunta leninista de ¿ Qué hacer ? “Desechar las ilusiones y prepararse al combate”, hubiera contestado Bandera Roja, cuando era más roja y no tan bandera...
Tanto desde la oposición, que ya se le perfila al gobierno desde la izquierda como desde la derecha, comienza a propugnarse una nueva constituyente. Camaradas de los grupos guevaristas y Denis entre otros, se plantean la necesidad de dotar al proceso de un nuevo marco legal que defina claramente el carácter socialista de la nueva sociedad que queremos construir. Esto se corresponde con la “constituyente permanente” que tantas veces pregonara el Comandante Chávez.
Por lo demás aquella Constitución Nacional que tanto tuvimos que pelear en 1999, sorprendentemente la hicieron suya y la defienden los más refractarios sectores de aquel entonces. Tal parece que no les ha resultado tan mal.
El problema ahora sería cómo activar nuevamente el proceso constituyente. ¿ Contaríamos acaso con los recursos del aparato de gobierno ? ¿ O con un partido u organización popular revolucionaria, capaz de desarrollar estas convocatorias y de coordinar tan magna tarea ? ¿ O se va a dejar un poco al espontaneísmo de las masas, como entendí que propone Rafael Iribarren desde otro ángulo del asunto en la revista digital “Continuidad y Cambio” ?
Lo más cierto de todo es que hay un pueblo, una mayoría popular, que aprendió muy bien la lección de ‘El Caracazo’. Y que luego de demostrar en esa ocasión de lo que es capaz, realizó la más sabia y política movilización para rescatar a su Presidente en el 2002, soportó y derrotó la arremetida patronal del paro petrolero y se mantiene en pie de lucha y alerta para la preservación del proceso del cual aunque a veces no lo veamos muy claro, es el verdadero protagonista. Un pueblo que valora los avances y conquistas que ha logrado, que ha visto dignificada su condición humana y que -como decía el Comandante- ahora tiene conciencia de tener Patria.
¿ Será ese pueblo -que nuevamente ha venido teniendo una actitud tan sabia en estos últimos tiempos de escasez, carestía y acaparamiento-, el que con suprema tranquilidad, juzgue a su hora, lo acertado de la conducción de la revolución en manos de quienes la dejó el Comandante Chávez ? Entre tanto se sigue calando los abusivos aumentos de los precios de absolutamente todo, productos que con cada nueva compra aumentan quince y veinte bolívares de precio. Y nosotros, para que nuestras elucubraciones y controversias tengan sentido, es a ese pueblo al que tenemos que consultar, que escuchar, que acompañar.
Una terrible amenaza se cierne sobre nosotros y esto no es ciencia ficción. El Gobierno del Presidente Maduro ha asumido los actuales diálogos de paz como la forma de capear el temporal de este momento. Para algunos es traición, para otros estrategia para la sobrevivencia revolucionaria. Todo dialogo debe tener por objetivos llegar a acuerdos y todo acuerdo implica alguna medida de concesiones. ¿Hasta dónde llegarán esas concesiones y que llegarán a comprometer? Eso lo dirá la historia...
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