¿Te
molesta mi tranca? A mi me molesta tu indiferencia, para que lo sepas,
porque no se puede ser tan mamita, tan llorón a la hora de tumbar al
gobierno. Vamos a estar claros: Hay que quemar al país, empezando por
nuestras propias calles, porque nosotros sí tenemos calles y esa es la
razón principal por la que los barrios no arden, ni bajan, ni nada;
porque allá no hay calles y porque los cauchos viejos que nosotros
quemamos, ellos los usan para hacer macetas, columpios y hasta sillas...
los muy conformistas. Pero ese conformismo de barrio, esa indiferencia,
aquí en nuestra urbanización no la vamos a permitir.
Y
no me vengan con el cuento de que los niños tienen que ir al colegio.
No hay razones para estudiar en un país donde no hay futuro...
¡Infórmense! Este país se cae a pedazos, papitas de Mc Donald’s a cien
bolos y ahora hasta las Tiendas Zara como que se van, y yo también me
iría demasiado pero primero, como no soy indiferente, antes voy a
incendiar al país.
No
me vengan con el cuento de que tienen que trabajar, que si cada día que
el Doctor Fulano no pasa consultas pierde una millonada, que si el
restaurante de El Gallego está al borde de la quiebra porque la gente no
puede llegar... ¡Mentirosos! Y que no tienen real y yo los vi a toditos
irse a Miami a pasar semana santa. Regresan con las maletas full y
dicen que pierden dinero y que la culpa es de nuestra guarimba... ¡Abran
los ojos! La culpa es del gobierno que no quiere renunciar. Y además,
no se trata de dinero, se trata de libertad y por eso estoy aquí, por
eso me pagan cinco mil bolos semanales con todo y CestaCrispy, para
liberarlos, a pesar de su indiferencia, de su blandeguería...
La
verdad es que lo que queremos quemar son las calles del Centro pero la
dictadura no nos da permiso, aunque aquí tampoco pero si vamos a correr
este riesgo, por lo menos aquí contamos con alguna vecina cacerolera
que nos baje sanduchitos, aunque de esas ya ni hay porque todas se
fueron de vacaciones y uno aquí pasando hambre por culpa de su
indiferencia.
Al
menos nos queda el Twitter, donde nadie se cansa, donde miles de
personas, de Uribe para abajo, no son indiferentes, y yo entro y siento
su apoyo, eso sí, mientras me queden megas, porque tu indiferencia ni
siquiera te dejó liberar el WI-FI.
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