“No hay mayor fracaso que alegrarse por la muerte de aquel hombre que no pudiste vencer en vida…”. ( Luis Semprún Jurado )
“Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos y a partir de este momento es prohibido llorarlos.” Ali Primera
Como expresar, en momentos como éste, los sentimientos que me invaden y que invaden al pueblo venezolano, así como a muchos otros allende de nuestras fronteras, por la desaparición física de nuestro máximo guía, nuestro amigo, nuestro hermano, forjador de ideas y acciones libertarias, que ya forman parte de la historia, no sólo de nuestra patria, sino de los pueblos que luchan por su independencia, soberanía y dignidad. No es tarea fácil!
Decía en mi artículo anterior que la razón empuja al hombre a buscar lo justo y la justicia; que el ser humano necesita de la vida social, no sólo por ser naturalmente un ser social, sino también porque busca la justicia que es algo que sólo puede encontrar en la vida gregaria, es decir en la sociedad. Y para ello saca de lo profundo de su corazón todos los sentimientos y las ideas que, de una forma u otra, le permiten consolidar una personalidad propia, clara, definida, para poder alcanzar las metas trazadas. Así era Chávez, el hombre universal.
He manifestado mi pena por la “desaparición física” del hombre, del comandante, del líder, del “arañero de Barinas”, porque su presencia, sus enseñanzas, su consecuencia para con sus ideales, se espíritu de lucha por los desposeídos, su visión de país libre, solidario y digno, entre otras cosas, estarán por siempre vivas en nuestros corazones. Hay un viejo adagio que dice que “los hombres pasan pero las ideas quedan”; yo les aseguro que sólo mueren los que son olvidados, porque hombres como Hugo serán recordados por siempre y por eso vivirán en el corazón de muchos. Por eso, como dijera Alí, “los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”. Y es cierto, El nunca morirá, ya Chávez es un mito.
“Si a la palabra solidaridad se le busca un sinónimo, yo creo que debe ser el de Hugo Chávez Frías”, sabias palabras del Presidente de República Dominicana, Danilo Medina, en la II Cumbre de la CELAC. O las de Pepe Mujica, Presidente de Uruguay: “Qué fácil sería terminar con la pobreza en el mundo, pero para eso necesitamos unos cuantos Chávez” Ese era nuestro Presidente, compatriota y camarada Hugo Rafael.
Hoy hay lágrimas en nuestras mejillas y en nuestros corazones, lágrimas que se convertirán en el elíxir que nos dará la fortaleza necesaria para continuar, con mayor energía que antes, en la lucha por la consolidación de nuestro proceso revolucionario y socialista, ese que desde el más allá nos sigue señalando el comandante y por el que tanto luchó. Que no se equivoquen los majunches, que no es como dicen los “Heraldos Negros” (como los llamó César Vallejo), ni los “Dragones de Comodo” (como les llamara Diosdado), que “Chávez muere y deja 5 países sin chavismo”. Venezuela y el mundo están de luto, pero de pie. Sólo la carroña opositora, los “culiblancos” y las manitos blancos no respetaron la enfermedad de Chávez y los apátridas, así como el imperio y su séquito, se regocijan con su desaparición física. En estos momentos en que nace la leyenda, el chavismo parece una llamarada que crece segundo a segundo. La pena se convierte en militancia activa y ésta está presta para todas las batallas que haya que dar.
Los pueblos indígenas originarios, sacados constitucionalmente de la invisibilidad por Hugo Rafael, están muy dolidos por su fallecimiento, lo mismo que las mujeres venezolanas a quienes reconoció su importancia y les dio un muy merecido lugar igualitario en el trabajo participativo y protagónico para la construcción de una “sociedad venezolana más digna”.
En sus etapas, la vida nos enseña a enterrar, aunque con mucho dolor, a nuestros abuelos y padres; nunca a un hijo o a un hermano y menos de la talla de nuestro combatiente líder. Ese es un dolor que deja un enorme vacío en el interior del ser, difícil de llenar. Glosar sobre sus virtudes no solo como mandatario venezolano, sino como líder global y símbolo de todo un movimiento reivindicativo frente al imperialismo, es fácil. Difícil es hablar de su desaparición física. Los pueblos del mundo reconocen su protagonismo en el panorama político contemporáneo de América Latina y el mundo, y su compromiso con las “luchas sociales de los olvidados de siempre en Venezuela”.
Podrán hablar de “antes” y “después” de Chávez y eso va a ser el pan nuestro de cada día. Pero con Chávez siempre presente, en nuestros corazones, el tema obligado será “el presente con la presencia de Chávez”. Sus directrices y deseos serán líneas de acción obligatorias para sus seguidores. El “chavismo” está triste, tiene una gran pena que lo agobia, pero está más vivo que nunca. Aquellos que pensaban que sólo había que acabar con Chávez, a quién nunca pudieron vencer en las urnas electorales, ahora les tocará descubrir lo que es un pueblo arrecho. Como dijo Paulo Coelho: “¿Murió Hugo Chávez y hay gente que se alegra? La burla al dolor ajeno, sólo demuestra la pobreza y miseria humana”. Y esos que se alegran ¿piensan que van a volver a regir los destinos de nuestra patria? Tendrán que pasar sobre los cadáveres de más de ocho millones y medio de venezolanos dispuestos a defender su legado. No se equivoquen provocando al pueblo. ¡Ahora todos somos Chávez! Siguen ignorando al pueblo y para su desgracia, como dice el dicho, “no hay mayor fracaso que alegrarse por la muerte de aquel hombre que no pudiste vencer en vida….”.
Decía Alí: “Que se callen los redobles en todos los campanarios, vamos, pues, pal carajo, que para amanecer no hacen falta gallinas, sino cantar de gallos”
Parió la patria…. y su fruto son millones Chávez regados por doquier.
Como expresar, en momentos como éste, los sentimientos que me invaden y que invaden al pueblo venezolano, así como a muchos otros allende de nuestras fronteras, por la desaparición física de nuestro máximo guía, nuestro amigo, nuestro hermano, forjador de ideas y acciones libertarias, que ya forman parte de la historia, no sólo de nuestra patria, sino de los pueblos que luchan por su independencia, soberanía y dignidad. No es tarea fácil!
Decía en mi artículo anterior que la razón empuja al hombre a buscar lo justo y la justicia; que el ser humano necesita de la vida social, no sólo por ser naturalmente un ser social, sino también porque busca la justicia que es algo que sólo puede encontrar en la vida gregaria, es decir en la sociedad. Y para ello saca de lo profundo de su corazón todos los sentimientos y las ideas que, de una forma u otra, le permiten consolidar una personalidad propia, clara, definida, para poder alcanzar las metas trazadas. Así era Chávez, el hombre universal.
He manifestado mi pena por la “desaparición física” del hombre, del comandante, del líder, del “arañero de Barinas”, porque su presencia, sus enseñanzas, su consecuencia para con sus ideales, se espíritu de lucha por los desposeídos, su visión de país libre, solidario y digno, entre otras cosas, estarán por siempre vivas en nuestros corazones. Hay un viejo adagio que dice que “los hombres pasan pero las ideas quedan”; yo les aseguro que sólo mueren los que son olvidados, porque hombres como Hugo serán recordados por siempre y por eso vivirán en el corazón de muchos. Por eso, como dijera Alí, “los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”. Y es cierto, El nunca morirá, ya Chávez es un mito.
“Si a la palabra solidaridad se le busca un sinónimo, yo creo que debe ser el de Hugo Chávez Frías”, sabias palabras del Presidente de República Dominicana, Danilo Medina, en la II Cumbre de la CELAC. O las de Pepe Mujica, Presidente de Uruguay: “Qué fácil sería terminar con la pobreza en el mundo, pero para eso necesitamos unos cuantos Chávez” Ese era nuestro Presidente, compatriota y camarada Hugo Rafael.
Hoy hay lágrimas en nuestras mejillas y en nuestros corazones, lágrimas que se convertirán en el elíxir que nos dará la fortaleza necesaria para continuar, con mayor energía que antes, en la lucha por la consolidación de nuestro proceso revolucionario y socialista, ese que desde el más allá nos sigue señalando el comandante y por el que tanto luchó. Que no se equivoquen los majunches, que no es como dicen los “Heraldos Negros” (como los llamó César Vallejo), ni los “Dragones de Comodo” (como les llamara Diosdado), que “Chávez muere y deja 5 países sin chavismo”. Venezuela y el mundo están de luto, pero de pie. Sólo la carroña opositora, los “culiblancos” y las manitos blancos no respetaron la enfermedad de Chávez y los apátridas, así como el imperio y su séquito, se regocijan con su desaparición física. En estos momentos en que nace la leyenda, el chavismo parece una llamarada que crece segundo a segundo. La pena se convierte en militancia activa y ésta está presta para todas las batallas que haya que dar.
Los pueblos indígenas originarios, sacados constitucionalmente de la invisibilidad por Hugo Rafael, están muy dolidos por su fallecimiento, lo mismo que las mujeres venezolanas a quienes reconoció su importancia y les dio un muy merecido lugar igualitario en el trabajo participativo y protagónico para la construcción de una “sociedad venezolana más digna”.
En sus etapas, la vida nos enseña a enterrar, aunque con mucho dolor, a nuestros abuelos y padres; nunca a un hijo o a un hermano y menos de la talla de nuestro combatiente líder. Ese es un dolor que deja un enorme vacío en el interior del ser, difícil de llenar. Glosar sobre sus virtudes no solo como mandatario venezolano, sino como líder global y símbolo de todo un movimiento reivindicativo frente al imperialismo, es fácil. Difícil es hablar de su desaparición física. Los pueblos del mundo reconocen su protagonismo en el panorama político contemporáneo de América Latina y el mundo, y su compromiso con las “luchas sociales de los olvidados de siempre en Venezuela”.
Podrán hablar de “antes” y “después” de Chávez y eso va a ser el pan nuestro de cada día. Pero con Chávez siempre presente, en nuestros corazones, el tema obligado será “el presente con la presencia de Chávez”. Sus directrices y deseos serán líneas de acción obligatorias para sus seguidores. El “chavismo” está triste, tiene una gran pena que lo agobia, pero está más vivo que nunca. Aquellos que pensaban que sólo había que acabar con Chávez, a quién nunca pudieron vencer en las urnas electorales, ahora les tocará descubrir lo que es un pueblo arrecho. Como dijo Paulo Coelho: “¿Murió Hugo Chávez y hay gente que se alegra? La burla al dolor ajeno, sólo demuestra la pobreza y miseria humana”. Y esos que se alegran ¿piensan que van a volver a regir los destinos de nuestra patria? Tendrán que pasar sobre los cadáveres de más de ocho millones y medio de venezolanos dispuestos a defender su legado. No se equivoquen provocando al pueblo. ¡Ahora todos somos Chávez! Siguen ignorando al pueblo y para su desgracia, como dice el dicho, “no hay mayor fracaso que alegrarse por la muerte de aquel hombre que no pudiste vencer en vida….”.
Decía Alí: “Que se callen los redobles en todos los campanarios, vamos, pues, pal carajo, que para amanecer no hacen falta gallinas, sino cantar de gallos”
Parió la patria…. y su fruto son millones Chávez regados por doquier.
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