jueves, 13 de febrero de 2014

Bajo presión


20140210-093231.jpg
Mi papá me dijo una vez que para nosotros, tan clase media, era más fácil ser antichavistas. Lo escuché con atención, como siempre, y como siempre, intercambiamos una mirada que lo dijo todo: "¿Quién dijo miedo? ¡Viva Chávez, carajo!"
La presión social, el elemento de cohesión más importante de la clase media, es una forma de represión brutal. Ella te dice cómo vestir, cómo hablar y con quién, qué comer, qué estudiar, dónde... Determina por tí conceptos tan íntimos como la felicidad y el amor. Te impone un camino al "éxito" empedrado con prejuicios disfrazados de valores. La cobardía es rectitud moral. Cuestionar, diferir, pensar con cabeza propia, son pecados capitales castigados con la valiente cayapa del rechazo, el insulto, el olvido colectivo.
Con la llegada de Chávez, estos viles mecanismos de autopreservación de clase apretaron sus tuercas. El chavismo, esa "merienda de negros" que para ellos supone la justicia social, es un atentado. Ser chavista en el este del Este es una traición.
Y las tuercas no dejan de apretarse. No basta ser opositor sino que hay que declararse públicamente en línea. Pase lo que pase, haga lo que haga una dirigencia capaz de las más peligrosas locuras, los amigos clase media tienen que justificarlo pegando argumentos con moco y olvido.
Tal es la presión, que los he visto ceder la razón a la locura. Los he escuchado repetir mil veces que ellos no estuvieron de acuerdo con el Golpe de Abril ni con el sabotaje petrolero, pero votan siempre por sus principales protagonistas. Unos ayer temían a los planes de Leopoldo y hoy, una semana después, son fervientes defensores de las agresiones leopolderas que, según les dijeron, no son agresiones sino "derecho a la protesta pacífica" -con chopos, con piedras, con daños a la propiedad pública y privada, con agresiones físicas y amenazas-. Los he visto vociferar contra las cebollas carísimas y la falta de harina, pero ni pío sobre el acaparamiento y la especulación a las que nos someten los "comerciantes" desalmados.
Los he visto en el esplendor de su incoherencia y no sé si en verdad, como decía mi papá, sea más fácil esa autocastración del criterio a cambio de amigos, parientes, trabajo, seguidores en Twitter y mediocridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario