Pensamos con ingenuidad, que con el triunfo del Presidente Maduro en
las últimas elecciones, en las que le sacó más de diez puntos de ventaja a los
candidatos de la Mesa de la Unidad, la situación en Venezuela iba a
tranquilizarse. Capriles, el candidato derrotado en las presidenciales y electo como gobernador en el estado de
Miranda, acudió el último diciembre a
una reunión del Presidente con funcionarios públicos locales y estadales recién
elegidos. Reconoció la victoria de
Maduro y también su legitimidad. Pero
ahí comenzó también la fragmentación entre las filas de la derecha…
El
escenario de una parte no menor de
la derecha latinoamericana siempre ha sido el del golpismo cuando han
estado fuera del gobierno, y la
represión de cualquier disidencia o alternativa cuando habitan los
palacios presidenciales. De esa actitud, alimentada por los Estados
Unidos -para los que todo al sur del Río Bravo es su “patio
trasero”-, surgió también como respuesta la lucha armada.
El fin del gobierno sandinista en 1990
marcó el fin de las salidas violentas desde la izquierda. Fracasó el
primer levantamiento zapatista (triunfó el pacífico y mediático),
fracasó Chávez en 1992, fracasó Sendero Luminoso, se estancaron las
FARC… Chávez lo entendió y en
1998 se hizo con el gobierno cambiando los fusiles por los votos. Pero
participar en las elecciones no iba a
apaciguar a la derecha…
Desde
el primer momento, Chávez se convirtió en el enemigo de los
derrotados (ya para esas elecciones de
1998, Aznar mandó a Moragas, Arriola y, qué
casualidad, a Correa –el de la Gürtel- a ayudar en las elecciones a
la candidata de
la derecha). Pero al igual que el
hundimiento de la URSS en 1991 fue el comienzo del fin del Estado social
en
Europa, la renuncia a la lucha armada en
América Latina vino acompañada del recrudecimiento del golpismo en la
derecha del continente. La derecha sólo acepta la democracia si está
en el poder. Cuando está fuera, le vale todo para recuperarlo. En
casi todos lados. ¿ O no nos acordamos que Aznar llegó a la
política mintiendo y se fue mintiendo ? …
La
extrema derecha venezolana vuelve
a las andadas. No está dispuesta a esperar
que la coyuntura le dé una oportunidad electoral. Siempre tienen prisa.
Capriles ya no les vale y vuelven al sabotaje, a poner muertos en
las calles, a la desestabilización, contando como única baza el apoyo
mercenario
de buena parte de las empresas de medios de comunicación del mundo y de
la
propia Venezuela (donde el 80 % de los
medios están en manos de la oposición). Como
su candidato -Capriles- ganó en diciembre en las elecciones en el
estado de Miranda y ha aceptado el resultado (ya que no parece muy
sensato decir que hay fraude cuando tú mismo has sido elegido), los
candidatos de los Estados Unidos vuelven a
agitar la bandera de la violencia para intentar acorralar al gobierno de
Nicolás Maduro. Los mismos que ya
probaron esa -vieja- estrategia en el breve golpe de 2002. Los mismos
que si se hicieran con el poder en
Venezuela, convertirían a ese país en un
cementerio anexo a una cárcel.
Los
análisis de una parte de la
derecha son los que han llevado a un
sector de la misma, que sigue sin querer
entender el apoyo popular al proceso bolivariano, a repetir la
estrategia golpista. Ramón Piñango, del IESA y Director
de la “Unidad de análisis de coyuntura”, recomendaba recientemente a
Henrique Capriles alejarse de Leopoldo López y de su
plan de regresar a la lucha callejera para desestabilizar al gobierno
(Plan “Salida”).
En un documento publicado estos días en
la prensa venezolana hacía las siguientes reflexiones, entendiendo que
la
anterior estrategia golpista sólo había servido para reforzar más el
apoyo
popular al chavismo: “1. El respaldo
popular al chavismo sigue siendo importante y mayoritario; 2. Las
medidas anunciadas por el Presidente
Maduro han dado señales al pueblo de que el Gobierno está actuando; 3.
El Gobierno ha logrado posicionar la matriz
de la responsabilidad del sector privado en la escasez y la
especulación;
4. Los vínculos de Leopoldo López con Álvaro
Uribe y el paramilitarismo, quiebra la relación con el Gobierno de
Santos;
5. El respaldo de las Fuerzas Armadas a la
revolución es irrestricto; 6. La agenda del Plan “Salida” no tiene
ni tendrá respaldo popular, el pueblo de Venezuela, por tradición
cultural, aísla a los violentos; 7. Cualquier acción violenta contra
el Gobierno unifica
las fuerzas Chavistas; 8. La agenda de Leopoldo López no se
corresponde
con asuntos de política nacional; 9. Las acciones de Leopoldo López
buscan
desplazar el liderazgo de Capriles”…
La
prensa internacional ha vuelto a
ser cómplice de la enésima intentona golpista. Por una parte, los que
manejan una idea ramplona de justicia,
y reparten culpas desde la tentación de
la inocencia, son los que hablan de “los
dos bandos” o de los “extremistas de ambos lados”, como si fuera lo
mismo estar en el Gobierno que ser un golpista. Por otra parte -los
más-, formando directamente parte de la
estrategia golpista y acusando al Gobierno de Maduro de ilegítimo. Ya
vamos sabiendo que para la prensa europea
eso de ganar las elecciones es una estupidez cuando no las ganan sus
patrones (¿ Nos acordamos de Papademos en Grecia y de
Monti en Italia? ¿ Y de Rajoy ?, asumiendo que le dan lo mismo
(cumplir o no) los
compromisos electorales que le llevaron a la Presidencia del Gobierno
?).
Las
acusaciones vertidas sobre el
gobierno bolivariano apenas se sostienen cuando se conoce la realidad
del país.
La derecha golpista venezolana está
armada, está vinculada con el
paramilitarismo colombiano y siempre tiene como estrategia sembrar la
calle de muertos, para intentar estrechar el cerco contra el
gobierno. Como ocurrió en 2002, vuelven a conocerse conversaciones
previas en las que ya se anunciaba que las
manifestaciones iban a terminar con muertos -denunciadas por el
Presidente Maduro-, o aparecen, como en tantas otras ocasiones,
mercenarios contratados para generar
desórdenes. Por el contrario, otros vídeos demuestran cómo la policía
bolivariana tiene un comportamiento bien diferente del que vemos en
otros
países, incluido España. Sin olvidar que uno de los tres muertos era
un
militante chavista (cualquier muerto, sea cual fuere su signo, merece
compasión). Pero esas informaciones no
aparecen en los medios: no sirven para
criminalizar a Venezuela.
Claro
que existen grupos populares en
el país caribeño con capacidad de resistir un golpe de Estado (como
ocurrió en España en julio de 1936). Ya quisiera la derecha golpista
que no
existieran. Y está, además, la figura de
las milicias bolivarianas. En América
Latina saben que los golpes de Estado organizados desde Estados Unidos
son
parte de la política del continente. Quien quiera entrar por la fuerza
en
Venezuela, va a encontrarse con mucho
pueblo enfrente. Tienen además -y eso no lo soporta la derecha- unas
fuerzas armadas comprometidas con su
misión de salvaguardar al pueblo y no a los latifundistas y a los
grandes empresarios. Tendremos que ver
qué pasaría en Europa si una fuerza política como Syriza gana
las elecciones en Grecia. En la América
del Sur han aprendido sus lecciones. Allende
no murió en vano…
En
Venezuela no hay enfrentamiento
entre dos bandos ni choques entre “hordas”. Hay un
Gobierno legítimo y una minoría que no está dispuesta a dejarle
gobernar. Claro que en Venezuela hay
serios problemas económicos (¿ Recordamos que hay una crisis mundial ?),
no menos serios problemas de seguridad (vinculados a un complejo
entramado de causas,
donde no es la menor de ellas un modelo
de consumo que te hace creer que si a los 15 años no tienes ya ‘todo’,
eres un perdedor) y problemas igualmente graves de gestión
administrativa (donde la corrupción
endémica del país sigue siendo una asignatura pendiente pese a los
arduos
intentos del Gobierno por atajarla).
La
condición petrolera del país
genera problemas estructurales contra los que aún no se ha encontrado
una
solución eficaz, pero de nada ayuda la
permanente espada de Damocles del golpismo, para enfrentar los
problemas pendientes. No estaría de más que los ‘amigos del golpismo’
y de las revoluciones de colores, sacaran sus sucias manos de
Venezuela y dejaran al Gobierno gobernar. No es sencillo hacerlo
cuando un gobierno
poderoso (EEUU) está siempre poniendo palos en las ruedas ( ¿Nos
acordamos en España de las dificultades
añadidas, en la lucha contra la
violencia de ETA, por la actitud
beligerante de Francia? ). Sin ‘justificaciones’ como las que brindan
los
violentos, la vía electoral para que la
oposición ofrezca al país su alternativa se hace más clara, conforme
los errores del gobierno allanen el
camino de sus oponentes. ¡ Pero no en un escenario de amenaza
golpista…!
En las últimas elecciones
presidenciales, y aprovechando que Chávez ya no era el
candidato, la oposición estuvo a punto
de volver al Gobierno. La tarea de la
oposición debiera centrarse en señalar las deficiencias de la gestión de Maduro
e ir preparando un modelo de país alternativo que convenza a las mayorías. Capriles lo ha entendido y por
eso se ha desmarcado de la vía violenta. Otros, como
Leopoldo López o María Corina Machado, quieren sacar a Capriles de juego y ocupar su lugar con una estrategia de
confrontación soñando con un escenario libio o sirio
para Venezuela. Porque el ruido que se
hace con Venezuela siempre tiene que ver con lo mismo: su condición de país con las mayores reservas
de petróleo del mundo. Una codiciada
pieza. Por eso fueron ayer contra Chávez
y van hoy contra Maduro. Que Venezuela esté en los telediarios no tiene
nada que ver con la violencia. Tiene que
ver con que tienen petróleo y no son obedientes a los mandatos del norte.
Junto a esa lucha sempiterna internacional
por controlar el petróleo venezolano, otra
parte muy importante de los disturbios que acaban de tener lugar en el país, tiene que ver con las pugnas internas dentro
de la oposición venezolana. Sería
importante que todo el país fuera consciente de que esos que quieren gobernar
en Venezuela sustituyendo al chavismo no les importa que compatriotas suyos
dejen la vida en los enfrentamientos. Porque para esa derecha golpista de
Venezuela, como la de otros tantos
sitios, su única patria siempre es el
propio interés. Su democracia es una
pantalla. Y del mismo modo que celebraron el reciente
golpe en Honduras o los constantes intentos de derribar por la
fuerza a Cristina Fernández, a Evo
Morales o a Correa , su gran triunfo sería regresar a Venezuela a
una oscura noche de la que, entonces sí,
no nos hablarían los medios de
comunicación. El pueblo de Venezuela ha
dado su apoyo a Maduro. Y la obligación de cualquier demócrata es hacer valer su legitimidad frente a
cualquier agresión golpista como la que ahora mismo está sufriendo. Aunque la presión mediática haga difícil esa
tarea. Los enemigos de la democracia no
cesan en su empeño. Que no nos venzan por cansancio.
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