domingo, 25 de agosto de 2013

Bolívar, ¡Gran película!

¡Gran  película!
 
                                              
 
De verdad es digno del calificativo el recién estrenado filme de Luis Alberto Lamata.  Abarca solo un año de la vida de Bolívar,  el transcurrido en Jamaica y Haití entre marzo de 1815 y los meses iniciales de 1816,  endulzado por dos importantes mujeres que amó.
El momento clave en Haití es la Asamblea de Los Cayos,  donde los principales generales patriotas discuten a Bolívar la jefatura.  La intervención del Presidente,  más la del designado almirante Brion,  resuelve el diferendo.
Como tenía que ser,  pues ninguno de los otros poseía al unísono los atributos de caudillo militar,  jefe político,  hombre de sólida cultura  e  ideólogo revolucionario.  No lo veía así entonces el bravo Mariano Montilla,  retador,  perdedor  y  perdonado.
La expedición parte de puerto haitiano (31/06/1816).  Se presenta una batalla triunfal,  con el abordaje de un bergantín español.
En la película se crea un personaje como contraparte de Bolívar  o  representante de la España perseguidora.  Es “el Polaco”,  estupendamente encarnado  por  Jorge  Reyes.
Como estupendas son las actuaciones de los actores  y  actrices todos  –no puede excluirse de la mención Roque Valero–  en diálogos y situaciones muy cuidados.  Y estupendos sonido,  color,  encuadre,  dirección.
Los venezolanos estamos en deuda con nuestro cine,  que merece el respaldo. Felicito calurosamente a Lamata por esta entrega que nos llena de emoción de patria.  Y exhorto a todos quienes se sientan consustanciados con el gentilicio a no dejar de ver la película,  con un Bolívar que es un hombre como cualquiera  y,  al mismo tiempo,  el vencedor de dificultades que enseña a luchar para hacer realizables las utopías.
 
Notas:  “ …acaba de estrenarse, aunque debí soportar, junto con mi esposa y una hija, la ingrata sensación de presenciarlo en una cuasi solitaria sala comercial del Este caraqueño. Una buena porción de la gente que en esa zona vive, al parecer víctima incurable de disociación psicótica, se niega a ver en la pantalla al mayor de los nacidos en estas latitudes. Pobre de ellas y ellos, que hubieran sido partidarios de Fernando VII como lo son ahora del imperio norteño.  Lo que no obsta para que sus desaprensivo(a)s  líderes  y  lideresas se hayan atrevido a usar el nombre egregio para su último comando de campaña electoral.
Si  el  semivacío  fue  sólo un hecho de circunstancia  y  en lo sucesivo  ha aumentado  la  afluencia -nunca esperable como para Superman,  Batman  o  alguno de los bodrios sangrientos que suele servir Hollywood-  presento mis excusas. El filme abarca apenas un año de la vida libertaria de Bolívar, tan pródiga que asombra al mundo ver cómo en una elipse existencial de menos de cinco décadas dejó un imperio roto, un puñado de patrias a disposición de sus hijos y una lección paradigmática capaz de seguir orientando la lucha de los pueblos.
El año narrado es el transcurrido entre marzo de 1815, cuando derrotado y sin recursos llega a Jamaica procedente de Cartagena, y los meses iniciales de 1816, con la denominada primera expedición de Los Cayos.
En  Jamaica  ocurren,   entre  otras,   cuatro  cosas  muy  importantes:  el desengaño sobre la posibilidad de ayuda de Inglaterra;  la salvación (esto es literal. Estuvo a punto de quitarse la vida antes que sufrir el deshonor) gracias a una mujer  -todas cuantas amó son parte inseparable de su obra-,  la bella dominicana Julia Cobier;  la Carta grandiosa  (fechada el 06/09/1815),  y  la sobrevivencia al conocido intento de asesinato del que resultó víctima un amigo.  Partió de Jamaica (18/12/1815) con intención de volver a Cartagena,  pero viró rumbo a Haití en busca de la ayuda del presidente Petión.
Este grande hombre conoce la trayectoria del Libertador, a quien admira y ayudará con la sola condición de la supresión de la esclavitud, lo cual Bolívar en lo personal comparte,  aunque sabe de la dura oposición de la oligarquía.
El momento clave en Haití, primera república independiente en nuestra América y a la sazón única de su condición étnica en el mundo, es la Asamblea de Los Cayos, donde los principales generales patriotas que también habían llegado de Cartagena disputan la jefatura de la expedición al Libertador. La intervención del Presidente, más la de Brion, quien sería designado almirante (y a quien Bolívar llamaría tiempo después “el primer protector de América”) resuelve el diferendo. Como tenía que ser… pues ninguno de los otros poseía al unísono los atributos de caudillo militar, jefe político, hombre de sólida cultura e ideólogo revolucionario.”

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