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El
fútbol… ¡Gooool! Millones de nosotros pegados a una pantalla gritando,
sufriendo y gozando, celebrando un gol, con un solo grito que abarca la
tierra; tan estruendoso que no nos deja escuchar las sabias advertencias
de los que dicen que el fútbol es el opio de los blablabla…¡Goool!
El
fútbol es el opio blablabla… En todo el mundo: en las ciudades,
pueblos, y hasta en los más remotos caseríos, millones apuran el paso en
su kilométrico y duro camino para no perderse el juego que interrumpe
alegremente su dura cotidianidad.
Allá,
donde vive la adversidad, quienes la enfrentan sueñan. Algunos de tanto
soñar llegan a la cancha, no en primera persona sino en nombre de todo
su barrio, de su todo su pueblo. En la cancha se voltea la tortilla: los
poderosos de siempre, los que viven intentando patearnos el culo, nos
miden con cautela, preocupados. En la cancha somos nosotros los que les
pateamos con el pie de Maradona, o la mano, ¡qué importa!, porque la
mano que une a nuestros pueblos en un grito victoria no puede ser sino
la mano de Dios… En la cancha, con nuestras caras morenas, nuestras
cicatrices, nuestras miradas que ha visto tanto y nuestro orgullo
intacto, esos muchachos vestidos de nosotros, del color de nuestras
banderas, nos colocan ahí, a la vista del mundo y el mundo entero
entonces nos conoce, nos admira y nos respeta.
El
fútbol es el opiblablabla… Como si los que siempre padecen no
merecieran ni un minuto de alegría, ¡y menos noventa! Como si los
pueblos, tan futboleros, fueran incapaces de caminar y mascar chicle a
la vez.
El
fútblablabla… Suenan los tambores del Sur gritando victorias
atronadoras que ponen de rodillas al grandote a costa nuestra, que se
quedó fuera de la fiesta por nuestra rabia convertida en un baile de
gambetas y taquitos, de boleas que se estrellan al fondo de la red,
rozando el ángulo y los dedos incrédulos de un catire de dos metros que,
en cámara lenta, ve cómo la gloria le saca la lengua burlona y le dice
“aquí no”.
El
fútbol es el opio de los pueblos, dicen los que no saben de fútbol. Yo,
futboleramente afirmo que el fútbol es de los pueblos, sin el opio que
pretende descalificarnos.
El fútbol, además, es pasión y la pasión no se piensa, pensadores. La pasión se siente, se goza y ¡Goooooool!
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