domingo, 1 de junio de 2014

Las cosas que nos enseñan y punto


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Los padres responsables, esos que quieren lo mejor para sus hijos sin detenerse ni un momento a pensar qué es “lo mejor” porque sus padres responsables tampoco se detuvieron a pensarlo, porque ellos, a su vez, también tuvieron padres responsables que no supieron pensar… Puestos ante a la luminosa rendija del cuestionamiento, obedientemente cierran los ojos y claman furiosos que a sus hijos nadie los va a adoctrinar.
Engranajes perfectos de un sistema injusto que aceptan sumisos porque las cosas son como son, la vida es dura, hijo mío, y no hay que ser conformistas, hay que progresar, como lo hizo tu abuelo, como lo hice yo… Y tampoco cuestionan qué es progreso porque ya saben, ya les dijeron que progresar es “subir otro escalón” y llenarse el bolsillo para vaciarlo luego en otros bolsillos más grandes que te venden cosas que les dijeron que sin ellas “no eres nadie en la vida”. Y progresan sin preguntarse qué es “Ser alguien en la vida”, sin preguntarse qué carajo quieren ser, no vaya a ser que las respuestas no sean adecuadas, no vaya a ser que ese carajito nos quiera salir hippie. ¡Ve a hacer la caligrafía y deja ya de joder|
No jodas que no hay tiempo, que el tiempo es oro, les dijeron, y oro se quedó, oro que se guarda en bóvedas, oro de riqueza material. Nadie pensó que oro podía ser otra cosa, nadie pensó que el oro pudiera definir cosas impagables como, por ejemplo y permitan que me ponga hippie, la felicidad.
La felicidad, nos enseñan desde pequeños, no pone la comida en la mesa: “ganarás el pan con el sudor de tu frente” y el sudor de tu frente no puede ser divertido a menos, claro, que seas Messi y que tengas la suerte de que te fiche el Barcelona, pero tú no, mi amor, tú no tienes tiempo para pelotas, tú tienes que ser doctor. Las clases de piano son extras que te tomarás en serio hasta que te dé por ser un músico muerto de hambre y ahí, ya no te las pago más, ¡no señor!.
Ya basta de juegos y dibujitos, eso para en el recreo que 45 minutos bastan, mira que ya tienes 7 años y que ya todos tus amigos saben que pa-pe-pi-po-pu, corre que el tiempo es oro y calla, porque no vas a ser tú, carajito, quien me venga a enseñar que la vida puede otra cosa más bonita que la vida que me jodí yo para que tú, malagradecido, subieras otro escalón.

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