jueves, 5 de junio de 2014

El mismo cuento y un humito tenue


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Un pote de humo, un burdo montaje, otro intento de criminalizar a la disidencia, dudosas evidencias, una cantinflada Kim-Castro-chavista, ¡te queremos Pedro|, yo solo firmé una lista de invitados, paracachitos, ¿qué quieren, que los estudiantes incendiemos las calles?, y nadie se los va a devolver, descargue ahí su arrechera, la salida, hasta que se vaya Maduro, me robaron el iPhone, ¿hasta cuándo el gobierno con el mismo cuento? Ya van 26 denuncias de intentos de golpe y magnicidio, yo no fui, yo no fui… 26 veces yo no fui.
El mismo cuento, dicen, y entonces empiezan a tener razón: no son 26 intentos de golpe, es el mismo plan desde hace 15 años, con los mismos protagonistas, los mismos cómplices, con las mismas torpezas y, al final, las mismas excusas ante el mismo fracaso. Es el mismo cálculo errado de quien se plantea una partida de ajedrez contando solo con las piezas blancas que se mueven por el tablero a su malcriado antojo, a pesar de las negras, por encima de ellas, porque así se jugaba antes, cuando éramos felices y no lo sabíamos, cuando, según recuerdan con conveniente desmemoria, este tablero no estaba dividido.
Pésimos artistas del disimulo, pretenden acatar las reglas de un juego que saben perdido, con palabras ambiguas, con un pie aquí, de cara a la pantalla, y el otro donde diga El Departamento de Estado, o el “State”, como le llama confianzuda Maria Corina Machado, que es tan amiguísima que hasta mostró sus rodillas en la mera, mera Oficina Oval.
Así se funden y confunden gente como Ramón Guillermo Aveledo, recién levantado de la mesa de diálogo, con una ex diputada “no dialogante no electoral”. No se salva ninguno, o casi, porque dicen de la gobernación de Lara, que por allá fumea, aunque un humo tenue, difuso, pero que pudiera, tal vez, traer un poco de cordura a una oposición secuestrada por la violencia, que expresa mayoritariamente su deseo de diálogo y paz pero que a la hora una elección, por votar contra el chavismo, termina votando hasta por su propio verdugo; lo acabamos de ver.
A menos que ellos también disimulen, a menos que también deseen el caos que desean los locos que los dirigen, cosa que no creo, porque solo un idiota puede desear que se hunda el barco donde vamos todos, creyendo que su parte no se va a hundir.

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