martes, 23 de abril de 2013

¿Hay dudas de quién está detrás de Henrique Capriles?


¿Hay dudas de quién está detrás de Henrique Capriles?

Por Paquita Armas Fonseca
Ningún fotógrafo puede captar los sutiles hilos que desde el Norte han movido —y mueven— a Henrique Capriles, el candidato opositor en las recientes elecciones venezolanas, quien ya compró un espléndido apartamento en Nueva York —supongo que para tener asegurada su casa cerquita de sus amos.
El domingo 14, apenas era un rubito bocón tanto ante las cámaras como en su cuenta de twiter. El lunes, le creció el envalentonamiento y convocó a un cacerolazo, además de protestas en las sedes del Consejo Nacional Electoral. Y sí, hubo cacerolas y asedios que fueron recibidos por los chavistas cantando sus canciones de lucha. Tremenda decepción para el rubito. Ese día, ya había convocado a una gran marcha el miércoles.
Durante la noche del lunes, los asedios terminaron en asesinatos. ¿Quién es el responsable, por lo menos su autor intelectual? Tamaña responsabilidad terminó en ocho muertos que solo tenían un “defecto”: ser chavistas. No hubo ni un herido de la derecha. Un buen punto que se anotó el gobierno: no respondió con violencia.
Si el lunes existieron mensajes laudatorios internacionales; el martes, un buen número de países gobernados por la derecha —España, por ejemplo—, aceptó el resultado de las elecciones venezolanas. Ese martes, el rubito caraqueño reculó: no habría marcha el miércoles, sus seguidores debían estar en sus casas y tranquilos, para no darle chance a los chavistas de matarse y achacar las muertes a la derecha. Si Maquiavelo —a pesar de algunas de sus teorías— no hubiera sido un brillante pensador, diría que Henriquito es maquiavélico; pero eso sería darle mucha importancia. El reconocimiento del miércoles de la OEA —exceptuando a EE.UU.— al proceso venezolano le hizo un guiño especial al hasta ahora gobernador del estado de Miranda, cargo que ganó —mira lo que es la vida— por un mínimo de votos. Su contrincante chavista, el hoy canciller Elías Jaua reconoció la derrota; entonces, ¿en diciembre el método era bueno y en abril no? Ay, rubito, rubito, en que lío te han metido tus jefes.
Para colmo, en una cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), del jueves 18, los presidentes de esa importante zona latinoamericana, se reunieron en Lima y apoyaron al recién electo mandatario chavista. Y ¡61! delegaciones y 19 presidentes de otros países asistieron a la toma de poder de Nicolás en Caracas, que en tan importante momento se ha hecho acompañar por el pueblo.
Con un buen sopapo democrático, el Consejo Electoral de Venezuela aceptó realizar la auditoria al 46 por ciento de las cajas electorales que no sufrieron ese proceso el día de las elecciones, cuando, por ley, fue auditado el 54 porciento. Voto a voto no se puede contar porque estamos ante el método más moderno de sufragio en el planeta: totalmente automatizado.
Claro, el hijito de papá, negó que él tuviera alguna responsabilidad en las ocho muertes y, por fin, el miércoles mandó a su lugarteniente a presentar una impugnación al Consejo Nacional Electoral. Toda su pataleta había sido en los medios de prensa venezolanos y sus iguales de otras partes, por ejemplo El País, de España. Ahora, dice que en esas cajas que faltan por auditar está la verdad. ¿Puras contradicciones de Caprilito? No. Órdenes de Washington para que siga perturbando el trabajo del gobierno chavista.
Por su mandato expreso, o por la posición de gallito de pelea que asumió, Capriles es responsable de actos vandálicos que se siguen sucediendo en el país, especialmente contra los habitantes de los apartamentos de la Misión Vivienda, y los Centros de Diagnóstico Integral, en los que trabajan médicos cubanos.
El rubito sigue protestando por todo, afirmando incluso que la Fiscalía y el Tribunal Supremo en Venezuela están vendidos —aunque, ¡ojo!, no se ha metido con las Fuerzas Armadas que, desde el lunes 15, dieron todo su apoyo a Nicolás Maduro, el presidente obrero y sencillo que tiene la difícil tarea de gobernar a su país en los próximos seis años.
Creo que el primer sorprendido ante los resultados de la votación fue el propio Nicolás: las encuestas lo daban como ganador por un amplio margen y no fue así. Pero, hagamos un breve análisis de la carga que tuvo este hombre sobre sí.
Su campaña duró apenas 15 días; en cada estado al cual llegó se encontró apagones que duraban 24 horas y desabastecimientos en la mayoría del país; por el 80 por ciento de la prensa no oficial dedicada al rubito, Maduro solo tuvo un 20 y, por si esto fuera poco, esta era la primera vez que el ex conductor caraqueño chocaba con un proceso de esa dimensión. Y muy bien que lo hizo a pesar de todo el andamiaje que tenía en su contra.
Hay otra razón: Nicolás es el hijo político de Hugo Chávez Frías, no es Chávez el líder indiscutible de ese país, de América Latina y de todo el Sur.
Una vez más, la confianza chavista le jugó una trastada: como las encuestas daban por ganador a Maduro, no pocos de sus seguidores se quedaron en casa a esperar el triunfo de su candidato. Y por poco pierden.
Pero, ¡cuidado con analistas que consideran poca cosa los cerca de 270 mil votos a favor de Maduro! Decenas de mandatarios han gobernado con menos diferencia de votos y nadie ha impugnado el proceso, ni siquiera en el caso tristemente célebre del republicano George W. Bush que cometió fraude en contra del demócrata Al Gore.
Más allá de lo sucedido hasta ahora, lo importante es el futuro. Tanto Maduro como Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y dirigente del Partido Socialista de Venezuela han dicho que deben analizar qué sucedió entre sus seguidores para que no alcanzaran en las urnas una mayoría más amplia, acción que, de hacerla bien, representará útiles resultados.
El presidente gobernará desde la calle: trasladará su gabinete por todos los estados y ciudades de Venezuela, para en esos lugares adoptar medidas que contribuyan a mejorar in situ las condiciones de vida de todos los habitantes, sean de izquierda, derecha o centro. En ese contexto, Maduro tiene en plan acercarse a hombres y mujeres de otra tendencia para conocer lo que critican y lograr atraerlos al chavismo.
No faltan quienes dicen que Maduro debe borrar la palabra socialismo de su discurso. ¿Y por qué luchará entonces? Chávez fue el adalid del socialismo del siglo XXI y su fiel seguidor debe mantener esa postura ideológica. Como tampoco va a renunciar a su amistad con Cuba, de hecho ya lo ha dicho públicamente y él sabe lo que ha significado esa alianza para su país.
En fin, tiempo al tiempo. Como marxista sigo confiando en la clase obrera. Hoy, no pocos han olvidado la desconfianza que, hace unos 15 años, se sentía ante el hecho de que Luis Ignacio Lula Da Silva gobernara bien a Brasil. Y en dos mandatos logró lo impensable. Así que apuesto por el chofer que conduce el autobús de la Revolución en Venezuela.

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