martes, 5 de marzo de 2013

Permítame usted


                
Permítame usted
by Carola Chávez

Permítame usted que le explique tres o cuatro cosas. Sí, a usted, que se niega a entender, y que anda empeñado con esa necedad de querer cambiar el sistema. ¿No le parece que está bien viejo para la gracia? Porque yo entiendo cuando uno es muchacho y quiere incordiar con todo el mundo... entonces todos fuimos de izquierda... Bueno, no todos porque yo siempre lo tuve claro, mi norte siempre fue el Norte y si el Sur existe es el sur de Florida, o sea Miami, Fort Lauderdale, you know.

Permítame insistir en lo que vengo diciéndole desde hace años: abra los ojos, no se deje engañar por la dádivas de este gobierno dadivoso que riega el dinero por todas partes menos en nuestros bolsillos opositores. Entienda que un país no se puede gobernar así, que la naturaleza no dispuso que todos tuviéramos éxito. Si usted supiera quién es Darwin entendería que la buena vida es para los más los aptos, que si usted trató y no pudo, pues resígnese a su extinción. No señor, no me mal interprete, no me refería a su desaparición física porque lo necesitamos vivito y explotable; me refería a la extinción de sus sueños, de su esperanza, aprenda a no esperar nada para que así, cuando se nos caiga una migaja, pueda usted sentirse afortunado de que ésta haya caído junto a sus pies.

Permítame un consejo sincero: No invente, mi amigo -y sepa que esto de amigo es solo un decir-, no se deje embaucar por el populismo bananero que es el camino directo al caos. Mire usted lo que ha hecho la fulana Misión Vivienda, construyendo edificios para pobres en zonas de gente bien, devaluando nuestra inversión, porque queremos vecinos de calidad, usted entenderá, queremos los mejor para nuestros hijos y lo mejor para ellos es no juntarse con gente que uno ni sabe qué malas mañas congénitas traen…  

Permítame hacerle entender que esto no puede seguir así, que su hijo no debe ser doctor, que usted no puede vivir aquí, que ustedes no pueden ser como yo que me gano el pan con el sudor de su frente; sí su frente, porque si usted no sudara mi pan lo tendría que sudar yo.

Permítame seguirle viendo la cara de idiota, no sea igualado y resentido y déjese joder en paz.

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