Me preocupa la tendencia de algunas personas, quizá más que las que quisiera, que suelen atribuirnos ciertas cualidades mágicas, salvadoras, poderosas, a quienes trabajamos en los medios. Esta es una equivocada creencia cuyo único e inútil resultado es que algunos terminemos cargando, en primera y única persona, responsabilidades que son de todos, responsabilidades colectivas.
Me pasa todo el tiempo. Compañeros llamando a mi programa para decirme que el pollo está carísimo, en una especie de denuncia genérica, cualquier pollo en cualquier lado; lo mismo si se trata de un bote de agua, o un problema en un comedor escolar. Problemas que atañen a colectivos enteros y que vienen a parar en una cabina de radio, a un programa que los funcionarios responsables seguramente nunca van a oír.
¿Hiciste la denuncia donde corresponde? -Pregunto. “Para qué, si esa gente no hace nada” -es la constante respuesta, y no lo niego ni lo afirmo, pero si ni siquiera denunciaste ¿cómo saberlo?. Lo que más sorprende es la rendición anticipada, la derrota concedida sin pelea.
Y es verdad que esa burocracia que todo lo complica y nada resuelve nos hace sentir impotentes, desamparados, insignificantes. Pero claro, porque va uno solito a exigir que las cosas se hagan a una oficina llena de funcionarios que chatean, bostezan y de paso cobran por eso, y que te van a caer en cayapa para preservar su paz laboral. Es una lucha dispareja y será dispareja siempre que creamos que los problemas de todos se solucionan de manera individual.
Hablemos, por ejemplo, de la especulación que nos tiene tan hartos: Imagino a veinte señoras que una misma mañana hicieron sus compras en el mismo mercado. Las imagino llegando todas juntas a INDEPABIS a denunciar y a avisarles que harán seguimiento de su denuncia, y que ahorita son veinte, pero desde ya están haciendo un movimiento de señoras (y señores) en pie de lucha contra la especulación, convencidos y dispuestos a derrotarla y, de paso, derrotando, esta vez en cayapa mayor, a aquellos funcionarios cayapeadores que más que ayudar estorban.
Hasta se puede hacer por Twitter, así, en cambote, unidos como unidos posicionamos etiquetas. Todos denunciando el especulador en todas partes a toda hora. Es facilito: Una foto del producto con el sobreprecio, el nombre, ubicación y RIF del negocio especulador y ¡tuit! a @Indepabis, si se trata de productos regulados o a @Sundecop para el resto. ¡Vualá!
Imaginen un chaparrón de denuncias llegando de cada rincón del país, miles y miles de personas en acción, asumiendo responsabilidades, tomando la riendas, denunciando, haciendo seguimiento, exigiendo resultados… Organizados.
Organizados, pensando en colectivo, haciendo efectivo el ejercicio del poder popular.
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