lunes, 21 de mayo de 2012

Una Victoria para todos


He aquí un artículo del periodista Chris Hedges, en el que cuenta cómo le han "ganado", aun cuando sea en 'primera instancia'
una demanda a Obama y al Pentágono, contra una ley inconstitucional firmada por este lacayo-traidor-pisa-pasito...de Barack Hussein Obama

manuel rugeles 





Una victoria para todos nosotros
                                              
                                                                                       Publicado el 18 de mayo 2012

                                                                               Por Chris Hedges *

En enero, los abogados Carl Mayer y Bruce Afran me pidieron que fuese el principal demandante en un pleito contra el presidente Barack Obama y el Secretario de Defensa, Leon Panetta,  que enfrentaba severas disposiciones de la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA).   Presentamos la demanda, trabajamos durante horas en las (tediosas) declaraciones juradas,  y  preparado ya el caso fuimos a juicio,  sobre todo porque no queríamos ser ‘pasivos’ frente a otro asalto flagrante en contra de las libertades civiles individuales básicas, también porque la resistencia es un imperativo moral,  y porque -al menos-, esperábamos llamar la atención sobre lo injusto de esta Ley.  Ninguno de nosotros pensó que podríamos a ganar. Pero de vez en cuando los dioses le guiñan el ojo a los condenados.

La Jueza de Distrito Katherine Forrest, en una opinión de 68 páginas, dictaminó el miércoles pasado, que la Sección 1021 de la NDAA era inconstitucional. Esto fue una victoria impresionante y monumental. Con su fallo nos devuelve a un país donde  -como lo era antes de que Obama firmara esta ley justamente el 31 de diciembre pasado-,  el gobierno no puede despojar a un ciudadano de los EE.UU. del derecho a un ‘debido proceso’ o  usar al ejército para detener a una persona y luego mantenerla en una prisión militar por tiempo indefinido. La jueza rechazó categóricamente las afirmaciones del gobierno, de que los demandantes no teníamos la legitimidad para interponer el caso y convertirlo en un juicio,  “porque ninguno de nosotros había sido detenido indefinidamente”, y que la falta de actuación inminente en contra de nosotros significaba que no había necesidad de una orden o proceso judicial,  y que el NDAA simplemente había codificado lo que había sido previamente establecido en la Autorización de Uso 2001 de la Ley de la Fuerza Militar.
La decisión fue una gran victoria para la protección de la libertad de expresión.  La Jueza Forrest  echó  por  tierra  el pasaje  de  la ley que -dijo-, le daba al gobierno la posibilidad de encarcelar a las personas a causa de lo que dijeran o escribieran.  Ahora bien, tal vez esta decisión no va a durar. Tal vez pueda ser revocada. Sin embargo, nosotros y otros estadounidenses, hoy somos más libres de lo que éramos hace una semana.  Y ya esto es algo…

Los abogados del gobierno, a pesar de haber sido requeridos (5) cinco veces por la juez, para garantizar que nosotros los demandantes,  no seríamos acusados ​​ -en virtud de la ley-  por nuestras actividades (periodísticas), se negaron a ofrecer garantía alguna.  Ellos no ofrecen garantías,  porque bajo lo expresado en esta ley,  estas garantías no existen.  Entonces podríamos, incluso, estar sujetos a las medidas coercitivas plasmadas en la ley. Nosotros también podríamos prácticamente ser ‘arrastrados a un agujero negro’ (como los de Guantánamo).  Y esto,  creo yo,  decidió el caso.

"En la audiencia de esta moción, el gobierno no estuvo dispuesto o no pudo afirmar que nosotros (los demandantes) no estaríamos sujetos a (la) detención indefinida prevista en la [sección] 1021", señaló la jueza Forrest:  "Los demandantes, por lo tanto corren el riesgo de ser detenidos, de perder su libertad, potencialmente por muchos años."

El gobierno tiene 60 días para apelar. También puede, como (los abogados) Mayer y Afran han recomendado, a aceptar el mandato judicial que anula la ley.  Si el gobierno recurre el caso, éste irá a un Tribunal Federal de Apelaciones.  El fallo,  incluso si un Tribunal de Apelaciones lo mantiene, podría ser derrotado en la Corte Suprema de Justicia, sobre todo por conocerse la composición de dicho tribunal.

No obtuvimos ningún recurso del gobierno.  Mayer y Afran han trabajado durante semanas en este caso sin compensación alguna. Todos nosotros pagamos nuestros propios gastos.  Y pocas personas, incluyendo abogados constitucionalistas de Glenn Greenwald, pensaron que tendríamos una oportunidad. Las circunstancias nos empujaron hacia adelante. Nos empujan a seguir adelante, porque todos los esfuerzos para impedir la consolidación de un ‘estado corporativo’  -aunque quijotescos-,  son trascendentales. Incluso,  en última instancia,  no podremos ni podrán decir que no lo intentamos.
Esta ley, después de todo, no trata de terrorismo extranjero. Trata de la disidencia interna. Si el Estado pudiera enlazar movimientos de protesta legítimos (como Occupy…),  con grupos terroristas (y ya se han producido intentos), las disposiciones otorgadas a la NDAA podrían, en un período de ‘inestabilidad’, utilizarse para "desaparecer" a  ciudadanos estadounidenses sepultándolos en ‘gulags’ militares ,  incluso en colonias penales del gobierno, ubicadas en ultramar, en otros países.  Y una vez allí, negados de un debido proceso, los detenidos podrían permanecer hasta que, según ‘la ley’,  se establezca "el fin de las hostilidades".  En una hipotética época de guerra permanente, esto  sería toda una vida.

En la guerra, la existencia humana como hemos podido verlo, es precaria y, a menudo, muy corta.  Las batallas en las que hay que combatir no pueden ganarse en nuestra (única) vida.  Siempre se presentarán nuevas batallas que definirán nuestras luchas.  La resistencia a la tiranía  y  al mal,  nunca se acaba.  Y es más bien una manera de definir nuestra breve estancia y paso por el planeta.  La rebeldía, como Albert Camus nos lo ha recordado, es la única definición aceptable de la vida moral.  La rebeldía  -escribió-,  es "una constante confrontación entre el hombre y la oscuridad que lo rodea.  ... No es aspiración, porque carece de esperanza. La rebeldía es la certeza de un destino aplastante, sin la resignación que debería acompañarlo."

"Un hombre vivo puede ser esclavizado y reducido a la condición histórica de un objeto", advirtió Camus. "Pero si muere al negarse a ser esclavizado, esto reafirma la existencia de otro tipo de naturaleza humana, que se niega a ser clasificado como un objeto, o como una mercancía."

Para los abogados, para mí  y los demás demandantes, afrontar este desafío resultó lo procedente, porque lo que se plasmó en ese instrumento legal estaba evidentemente errado.  La victoria o la derrota no forma parte de la ecuación.  Pero no confrontar esta ley habría significado hacerse cómplices de su aplicación.  Y una vez que la resistencia se define como forma de vida, reflexionamos una vez más.

Vaclav Havel escribió alguna vez: "Ustedes son arrojados al campo de la disidencia por un sentido personal de responsabilidad, combinado con un complejo conjunto de circunstancias externas. Usted se siente expulsado de las estructuras existentes y se coloca en una posición de conflicto frente a ellas.  Comienza como un intento de actuar bien sobre lo que piensa,  y termina marcado como un enemigo de la sociedad. ...El disidente no funciona en el ámbito del poder real en lo absoluto.  Él no busca el poder.  Él no tiene ningún deseo para los cargos ni para reunir los votos.  Él no trata de encantar al público.  Él no ofrece nada y no promete nada. Él puede ofrecer,  en todo caso,  sólo su propia piel…  y  la ofrece únicamente porque no tiene otra manera de afirmar la verdad que él representa. Sus acciones simplemente articulan su dignidad como ciudadano, sin importar el costo. "

Esta rebelión (o rebeldía) es un acto que puede asegurar un resto de seres humanos libres e independientes. Nuestra existencia, como escribió Camus, tiene que ser "un acto de rebeldía".  No ser rebeldes, por proteger y nutrir la vida incluso de la cara a la muerte, es un suicidio espiritual y moral.  Los guardias de los campos de concentración nazis trataron de destrozar a los prisioneros y  después matarlos. Ellos entendieron que incluso el hecho de que alguien pudiera elegir el momento y las circunstancias de su propia muerte, era una afirmación de la libertad personal, y por tanto un peligro para el “establecimiento”.  Por eso los guardias asesinaban al azar, para evitar en lo posible que la gente en los campamentos cometiera suicidio.  Los sistemas totalitarios, para perpetuarse, siempre buscan romper la autonomía y la autodeterminación. Esto hace que vean todos los actos de resistencia como una amenaza, incluso aquellos que  -saben- no tendrán éxito.  Y es por eso que en todos los estados gobernados por la fuerza, cualquier acto de rebeldía, incluso el más insignificante, debe aplastase sin piedad.  El objetivo del estado corporativo, como el de cualquier entidad totalitaria, es el de crear una sociedad donde nadie tenga la capacidad de resistir.

No vamos a mejorar fortuitamente. La crisis del clima no va a cambiar porque se asegure que existe. El Estado corporativo sabe lo que viene. La globalización se está desmoronando. Nuestros recursos naturales se están agotando. Los cambios económicos y políticos son inevitables. Y nuestros gobernantes “corporativos” están preparando un mundo de amos y siervos, un mundo donde la represión será nuestra dieta diaria, un mundo de hambre y disturbios, un mundo de control brutal y un mundo en el que nuestro espíritu disidente debe ser quebrado. Tenemos que dejar de hacer apenas lo que pueda ser ‘razonable o práctico’,  o esperar por lo que el Partido Demócrata o el gobierno pueda hacer por nosotros, por lo que va a funcionar o no…  

Debemos negarnos ahora a hacer concesiones, grandes o pequeñas.  Debemos recordar que el menor de dos males sigue siendo el mal.  Ya no debemos creer en ilusiones que vendrán a evitar el caos. El infierno es la verdad vista demasiado tarde. En mayor o menor medida,  estamos llamados a resistir,  resistir, resistir,  mientras cabalgamos al borde del abismo.

*Periodista

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