| Domingo, 21/07/2013 01:09 AM |
La godarria
no tiene fines de lucro. Si los tuviese seríamos ya una potencia desde el
comienzo de la República. Le tocó un territorio con recursos naturales que pida
usted por esa boquita; ubicación geográfica privilegiada; clase obrera en paz;
gerencia formada por la educación pública, a menudo con posgrados financiados
en el exterior; bienes de capital que cuando no son baratos son gratis de parte
de un Estado que ha ido más allá, pues varias veces ha asumido sus deudas.
Y nada.
Desde cuando dormía en camacuna vengo oyéndolos machacar que
no-hay-estímulos-para-invertir.
Aprovecharé
que no soy economista, y mucho menos Chicago boy, para constatar que las
burguesías europea, asiática y gringa invertían en plena Primera y Segunda
Guerras Mundiales. ¿Había estímulos en aquellas civilizadísimas degollinas y
destrucción masiva de infraestructuras? Parece que sí. Es más, me han asegurado
que en el capitalismo de verdad la guerra suele ser un incentivo para pingües
negocios.
Y en la
Guerra Fría había amenaza nuclear, es decir, de un Gran Borrón Sin Cuenta
Nueva, en la que solo perdurarían las cucarachas. Y esas burguesías invertían
en medio de la Destrucción Mutuamente Asegurada, lo que en inglés llaman
brinkmanship, o sea, vivir en el bordecito del Apocalipsis. Pero los mantuanos
parasitarios latinoamericanos vivían en un llantén que partía el alma. No
ambicionan lucro, solo poder.
¿Qué hace
esa godarria inepta? En primer lugar vende la patria. Barata. Promueve
dictadores ignaros y brutales, como Juan Vicente Gómez, como el caricaturesco
Marcos Pérez Jiménez, como el dominicano generalísimo Rafael Leónidas Trujillo
Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, Chapita para los
íntimos, ridículo y sanguinario como la oligarquía que lo promovió. A través de
esos forajidos persigue, encarcela, tortura, asesina, desaparece. Desaparecer
personas es tortura refinadísima, pues no solo sufre la persona borrada sino
sus deudos, que pasan el resto de sus vidas buscando unos restos a los que al
menos llevar una ofrenda. No sé si hay tortura peor que no saber qué fue de un
ser querido, qué le hicieron, qué sufrió, cómo lo torturaron, cómo lo mataron y
ni siquiera si lo mataron, porque la esperanza tenaz de hallarlo vivo es aliada
de la tortura. Eso hacen estos feudales. Pero son aún más perversos, pues
acusan a los gobiernos populares de hacer todo eso justamente. Para saber qué
hacen revisa las acusaciones que endilgan a cual-quier gobierno decente.
Nunca hubo
en Venezuela más libertad y respeto al ser humano como en estos 14 años, pero
la godarria vocifera sin censura, por sus medios y sus cagatintas, que gemimos
bajo la más feroz dictadura. Es ignominioso, pero para que más lo sea, lo
repiten y repiten con un desparpajo que abisma y repugna.
No importa,
me parece, pues solo engañan a quienes se quieren engañar, a quienes su
autodesprecio radical lleva a consumir mentiras como sedante altamente
adictivo.
Es además de
una mediocridad rabiosa que le impide conceder a sus países el derecho a
aspirar a nada grande. Quiere países cretinos como ella.
Por eso hay
que derrotarla minuto a minuto.
@rhm1947
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