jueves, 13 de noviembre de 2014

Maricón


Publicada el 13 Ee noviembre Ee 2014 a las 13:50

En lo que a opinión política se refiere, ejerzo de loco con alevosía, consciente de que resulta el único modo de poder decir la verdad. El panorama periodístico nacional (nacional, por decir algo; y periodístico, también) ha llegado a tal nivel de servilismo y cobardía que -fíjense cómo están las cosas- ustedes tienen que entrar en el blog personal de un músico itinerante para leer obviedades que en la prensa (singular, pues sólo hay una) no se leen. ¡Es que esto no es normal!

Pues claro que no es normal… En un estado normal, un Presidente de Gobierno gobierna (bien, mal, pero gobierna). En un estado normal, los funcionarios públicos son tal cosa no sólo por el sueldo que reciben de la Administración, sino por una relación profesional de lealtad y credibilidad hacia el proyecto del que forman parte (en este caso, un país, llamémosle España). En un estado normal, lo normal es que los que conspiran contra ese estado y fracasan, acaben muertos, o fusilados, o colgados, o tal vez, con un pelín de suerte, tan sólo en prisión. Y es que lo que se vive ahora mismo en España y sufren los españoles, es una sublevación de anormales: anormal, el estado; anormales, los sublevados. Pero para anormal, record por su límite inferior en esta situación, destaca uno entre el resto. Es decir, para reverendo subnormal, tenemos a Don Mariano Rajoy.





Y como la oposición en este país es un sindicato del crimen organizado, compinchado con este gobierno anormal a través de basureros de estado como José Enrique Serrano, como no hay nadie para pedir lo que normalmente se exigiría ante tal bochorno, como nadie adulto, cuerdo y sobrio se atreve a decir esto… pues tiene que venir Ibn Asad (algo así como el último mono de la especie más o menos sapiens) y decirlo: Rajoy, eres un maricón.

Ya estás tardando en salir de escena. Desaparece. Pero no desaparezcas a través de una dimisión, una moción de censura, una abdicación al estilo Bourbon. ¡No! El harakiri sería la forma menos indecorosa de desaparecer. Si conservas aún algún resquicio de vergüenza, cogita la manera más idónea y realista dada tu cobardía. No te imagino dándote un digno y limpio tiro en la sien al estilo de Dominique Venner. Tampoco te veo, perezoso, sovago, subiéndote a ningún cadalso, con el trabajo que da esa escalinata. Mucho menos poniéndote en huelga de hambre y dejándote morir de inanición, al estilo budista, con lo buenas que están las butifarras. No sé cuál será la forma que alguien como tú puede encontrar para reparar el caos existencial en el que habitas. No lo sé y me trae sin cuidado. Sin embargo, como español, yo sí que sé lo que puedes ir haciendo ante cuarenta y siete millones de traicionados: desaparece. Tú no eres el Presidente del Gobierno español, pues ni presides, ni gobiernas, ni eres español. Eres una ameba tecnócrata a la que adiestraron para mentir y repetir las palabras de quien te alimenta; eres un inquilino moroso que ni paga el alquiler de la mansión en donde vives; eres un traidor, un mierda, un maricón.

Y ese es, en resumidas cuentas, el sesudo análisis político que hago: Rajoy es un maricón. De cabo a rabo. En cuerpo y alma. Física y espiritualmente. El último loco (en este caso, loca) que se atrevió a señalar esta pilila del rey desnudo (y de la reinona presidente) fue Carlos Alberto Biendicho. Este hizo honor a su nombre diciendo lo que tuvo que decir… y falleció al poco tiempo. A pesar del respeto que siento por todo muerto que cumplió con su deber y dharma, bastantes cosas me separan de este Biendicho: entre otras, yo soy un malhablado. Otra diferencia: yo estoy sano, peligrosamente sano. Y además, entre mis objetivos, está el vivir muchos años, sobrevivir a todos estos zombies que gobiernan y escribir la crónica de esta peregrinación subterránea hacia el averno de la Historia.

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