jueves, 2 de agosto de 2012

Bolívar Vive y seguirá vivo...



Como te iba contando








La grandeza le queda grande a quienes están acostumbrados a mirar siempre desde abajo y solo de abajo pueden ver quienes viven arrodillados. Con su arrogante barbilla en alto que nunca alcanza la altura, desde allá abajo, los arrodillados, decente y pensantemente, se aferran a opiniones de sesudos analistas globotizantes que pretenden empequeñecer a quienes a quienes optamos y luchamos por vivir de pie.
De rodillas, desesperados, buscan disimular su bajeza, atacando a todo lo que sobresalga por encima de sus cabecitas a ras del suelo. Y de lo grande lo más grande: Bolívar.
Crecí viendo escuetas conmemoraciones del 24 de julio, con ofrendas florales funerarias que parecían desear que Bolívar nunca hubiera nacido. Ni una idea, ni un recuerdo, más allá de aquella voz ronca, como de ultratumba, que nos decía una frase bolivariana chucuta y fuera de contexto. Bolívar mudo, amordazado, confinado a una estatua de bronce toda cagada de palomas… y su pueblo, amordazado y confinado al hambre y a la ignorancia, porque “ay ay ay si supieran nos jodemos.” -Decía la gente bien- que sí sabía que “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” y, cual palomas en la plaza, cagándose en el Libertador, hicieron todo lo posible por alimentar la ignorancia para picotear luego, cual zamuros emperifollados, los despojos de la destrucción. De rodillas, meneando un wiskisito, se regodeaban con su cuestionable proeza que, borrachos de poder, creyeron eterna. Pero eterno es Bolívar…
Hoy, con Simón más vivo que nunca, así de tú a tú, nuestro, libre del bronce mudo y frío; Simón hecho pueblo, gigante, invencible, ellos persisten en su incómoda y degradante postura, arrodillados, y con un estoicismo ridículo. Desde los mismos medios
que otorgan eternidad a Marilyn Monroe, que inmortalizan a Misses vivas, peloteros muertos y a glorifican mercantilizadas estrellas de pop; dudosos académicos proclaman que Bolívar ha muerto, que no merece su gloria, que era un tipo común de ideas caducas, que no hay Patria Grande, que eso está out, que lo in es el TLC, que la Patria no es Patria sino un patio trasero fragmentado, cagado, no por palomitas de plaza, sino por el águila de Norte, decente y pensantemente, como debe ser.
De rodillas nos invitan, con espejitos electorales, a descender a su bajura y convertirnos en nuestros propios verdugos. Nos subestiman y como no nos dejamos nos desprecian y resienten… y reclaman, preocupadísimos por la buena salud del difunto, que Bolívar lo que quiere es que lo “hagan descansar en paz”; que lo apaguen, pues; justo ahorita cuando el sueño de Simón lo soñamos tantos, cuando estamos más cerca que nunca de alcanzarlo.
Solo sobre la Patria Grande, libre, independiente y justa, descansará en paz Bolívar, descansará, sí, pero vivo en todos nosotros.

La grandeza le queda grande a quienes están acostumbrados a mirar siempre desde abajo y solo de abajo pueden ver quienes viven arrodillados. Con su arrogante barbilla en alto que nunca alcanza la altura, desde allá abajo, los arrodillados, decente y pensantemente, se aferran a opiniones de sesudos analistas globotizantes que pretenden empequeñecer a quienes a quienes optamos y luchamos por vivir de pie.
De rodillas, desesperados, buscan disimular su bajeza, atacando a todo lo que sobresalga por encima de sus cabecitas a ras del suelo. Y de lo grande lo más grande: Bolívar.
Crecí viendo escuetas conmemoraciones del 24 de julio, con ofrendas florales funerarias que parecían desear que Bolívar nunca hubiera nacido. Ni una idea, ni un recuerdo, más allá de aquella voz ronca, como de ultratumba, que nos decía una frase bolivariana chucuta y fuera de contexto. Bolívar mudo, amordazado, confinado a una estatua de bronce toda cagada de palomas… y su pueblo, amordazado y confinado al hambre y a la ignorancia, porque “ay ay ay si supieran nos jodemos.” -Decía la gente bien- que sí sabía que “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” y, cual palomas en la plaza, cagándose en el Libertador, hicieron todo lo posible por alimentar la ignorancia para picotear luego, cual zamuros emperifollados, los despojos de la destrucción. De rodillas, meneando un wiskisito, se regodeaban con su cuestionable proeza que, borrachos de poder, creyeron eterna. Pero eterno es Bolívar…
Hoy, con Simón más vivo que nunca, así de tú a tú, nuestro, libre del bronce mudo y frío; Simón hecho pueblo, gigante, invencible, ellos persisten en su incómoda y degradante postura, arrodillados, y con un estoicismo ridículo. Desde los mismos medios
que otorgan eternidad a Marilyn Monroe, que inmortalizan a Misses vivas, peloteros muertos y a glorifican mercantilizadas estrellas de pop; dudosos académicos proclaman que Bolívar ha muerto, que no merece su gloria, que era un tipo común de ideas caducas, que no hay Patria Grande, que eso está out, que lo in es el TLC, que la Patria no es Patria sino un patio trasero fragmentado, cagado, no por palomitas de plaza, sino por el águila de Norte, decente y pensantemente, como debe ser.
De rodillas nos invitan, con espejitos electorales, a descender a su bajura y convertirnos en nuestros propios verdugos. Nos subestiman y como no nos dejamos nos desprecian y resienten… y reclaman, preocupadísimos por la buena salud del difunto, que Bolívar lo que quiere es que lo “hagan descansar en paz”; que lo apaguen, pues; justo ahorita cuando el sueño de Simón lo soñamos tantos, cuando estamos más cerca que nunca de alcanzarlo.
Solo sobre la Patria Grande, libre, independiente y justa, descansará en paz Bolívar, descansará, sí, pero vivo en todos nosotros.

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