LatinPress®2. 11 al 18/05 2013. Venezuela. Luis Britto García: FASCISMO
El fascismo no inventa, recicla. Sólo cree en el ayer, un ayer imaginario que nunca existió. El fascismo asesinó a Matteotti, encarceló a Gramsci, fusiló a García Lorca e hizo morir en la cárcel a José Hernández. Pinochet asesinó a Víctor Jara. Cuando oigo hablar de cultura, saco mi pistola, decía Goering.
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Hollywood representa el fascismo como pandilla de malencarados en uniforme que agitan estandartes y gritan órdenes. La realidad es más perversa.
Según Franz Leopold Neuman en Behemoth: The Structure & Practice of National Socialism, 1933-1944, el fascismo es la complicidad absoluta entre el gran capital y el Estado.
Donde los intereses del gran capital pasan a ser los de la política, anda cerca el fascismo. No es casual que surja como respuesta a la Revolución comunista de la Unión Soviética.
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El fascismo niega la lucha de clases, pero es el brazo armado del capital en ella. Aterroriza a la baja clase media y la marginalidad con el pavor a la crisis económica, a la izquierda y la proletarización y las enrola como paramilitares para reducir por la fuerza bruta a socialistas, sindicalistas, obreros y movimientos sociales.
Mussolini fue subvencionado por la fábrica de armas Ansaldo y el Servicio Secreto inglés; Hitler financiado por las industrias armamentistas del Ruhr; Franco, apoyado por terratenientes e industriales, Pinochet por Estados Unidos y la oligarquía chilena.
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La crisis económica, hija del capitalismo, es a su vez la madre del fascismo. A pesar de estar en el bando vencedor en la Primera Guerra Mundial, Italia sale de ella tan destruida que la clase media se arruina y participa masivamente en la Marcha sobre Roma de Mussolini.
En la elección de mayo de 1924, Hitler obtuvo sólo el 6,5% de los votos. En las de diciembre de ese año, sólo el 3,0%. Pero en las de 1928, cuando revienta la gran crisis capitalista, obtiene 2,6%, en 1930 gana 18,3%, y en 1932, 37,2%, con lo cual accede al poder y lo utiliza para anular a los restantes partidos.
Pero el fascismo no remedia la crisis: la empeora. Durante Mussolini el costo de la vida se triplicó sin ninguna compensación salarial ni social. Hitler empleó a los parados en fabricar armamentos que condujeron a la Segunda Guerra Mundial, la cual devastó Europa y causó sesenta millones de muertos. Franco inicia una Guerra Civil que cuesta más de un millón de muertos y varias décadas de ruina; los fascistas argentinos eliminan unos treinta mil compatriotas, Pinochet asesina unos tres mil chilenos. Tan malo es el remedio como la enfermedad.
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El fascismo convoca a las masas, pero es elitista. Corteja y sirve a las aristocracias, sus dirigencias vienen de las clases altas e instauran sistemas jerárquicos y autoritarios.
Charles Maier, historiador, recalca que hacia 1927, el 75% de los miembros del partido fascista italiano venía de la clase media y media baja; sólo 15% era obrero, y un 10% procedía de las élites, los cuales sin embargo ocupaban las altas posiciones y eran quienes en definitiva fijaban sus objetivos y políticas. Hitler establece el “Fuhrer-Prinzip”: cada funcionario usa a sus subordinados como le parece para alcanzar la meta, y responde sólo ante el superior. El Caudillo falangista responde sólo ante Dios y la Historia, vale decir, ante nadie.
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El fascismo es racista. Hitler postuló la superioridad de la “raza” aria, Mussolini arrasó con libios y abisinios, y planeó el sacrificio de medio millón de eslavos “bárbaros e inferiores” a favor de 50.000 italianos superiores. El fascismo sacrifica a sus fines a los pueblos o culturas que desprecia. Los falangistas tomaron España con tropas moras de Melilla. Alber Speer, el ministro de Industrias de Hitler, alargó la Segunda Guerra Mundial de dos a tres años más con la producción armamentista activada por tres millones de esclavos de razas “inferiores”.
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Fascismo y capitalismo tienen rostros aborrecibles que necesitan máscaras. Los fascistas copian consignas y programas revolucionarios. Mussolini se decía socialista, el nazismo usurpó el nombre de socialismo y se proclamaba partido obrero (Arbeite); en su programa sostenía que no se debía tolerar otra renta que la del trabajo. Por su falta de creatividad, roban los símbolos de movimientos de signo opuesto. Los estandartes rojos comunistas y la cruz gamada, símbolo solar que en Oriente representa la vida y la buena fortuna, fueron confiscados por los nazis para su culto de la muerte.
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El fascismo es beato. Los curas apoyaron a los falangistas que salían a matar prójimos y fusilar poetas. El Papa bendijo las tropas que Mussolini mandó a la guerra; nunca denunció las tropelías de Hitler. Franco y Pinochet fueron idolatrados por la Iglesia.
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El fascismo es misógino. La misión de las mujeres se resume en Kirche, Kuchen, Kinder, vale decir, iglesia, cocina, niños. Nunca figuró públicamente una compañera al lado de sus líderes; quienes las tuvieron, las escondieron o relegaron minuciosamente. Nunca aceptaron que una mujer ascendiera por propio mérito o iniciativa. Hitler las encerró en granjas de crianza para parir arios; Mussolini les asignó el papel de vientres para incrementar la demografía italiana, Franco y Pinochet las confinaron en la iglesia y la sala de partos.
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El fascismo es anti intelectual. Todas las vanguardias del siglo pasado fueron progresistas: la relatividad, el expresionismo, el dadaísmo, el surrealismo, el constructivismo, el cubismo, el existencialismo, la nueva figuración. A todas, salvo al futurismo, las trató como “Arte Degenerado”. El fascismo no inventa, recicla. Sólo cree en el ayer, un ayer imaginario que nunca existió. El fascismo asesinó a Matteotti, encarceló a Gramsci, fusiló a García Lorca e hizo morir en la cárcel a José Hernández. Pinochet asesinó a Víctor Jara. Cuando oigo hablar de cultura, saco mi pistola, decía Goering. Cuando oigamos hablar de fascismo, saquemos nuestra cultura.
(Texto/foto: Luís Britto)
El gran capital es el cómplice del fascismo. Informe21.com
Cuando los diputados de la llamada Mesa de la Unidad sabotearon la sesión que se iniciaba el pasado martes 30 de abril en la Asamblea Nacional con gritos, pitos y cornetas, el escritor venezolano Luis Britto García acaba de responder las preguntas de esta entrevista sobre el fascismo.
La provocación opositora en el Palacio Legislativo provocó el enfrentamiento físico y hasta sillas se lanzaron contra parlamentarios chavistas.
En su libro sobre las doctrinas político-económicas, Walter Montenegro, apunta que con la consigna de 'destruir el bolchevismo' en Italia los fascistas "iniciaron una campaña de violencia para adquirir el control del escenario político. Por igual se estrellaron contra los comunistas, los socialistas, los cooperativistas(...)".
Así como en 1970 los medios de comunicación censuraron el Premio Casa de Las Américas que recibió Britto García, quien fue tildado de "izquierdista" por obtener un galardón de Cuba, la prensa privada actual acalló las agresiones a las parlamentarias socialistas en aquel enfrentamiento, y poco antes había silenciado los asesinatos de chavistas que salieron a defender Centros de Integrales de Diagnóstico, creados durante la Revolución Bolivariana, ante amenazas de grupos reaccionarios después de las elecciones presidenciales.
En un acto en conmemoración del Día del Libro, el mes pasado, el autor de Rajatabla citaba algunos elementos sobre el fascismo, a propósito del pensamiento de la derecha. "El fascismo es la colusión del poder del Estado y del gran capital financiero. Es el gran capital financiero aliado con el poder del Estado, y cuando no lo tienen tratan de buscarlo".
Entonces ¿La derecha siempre ha sido fascista porque en todo momento ha estado ligada al gran capital?
- La derecha es en cierta forma protofascista, pues subordina toda consideración ética, social o intelectual a la obtención de la ganancia por el medio que sea. Examina cualquier balance contable: solo toma en cuenta los ingresos; no hay una sola casilla que evalúe moralidad o solidaridad o calidad de la vida. Cuando la derecha busca abiertamente optimizar sus ganancias mediante la violencia política, tenemos el fascismo, el nacionalsocialismo, el falangismo, el pinochetismo.
¿A qué se puede atribuir que también la derecha use el término para adjudicárselo al Gobierno?
-El gran capital nacional e internacional financia a través de ONG, y por otras vías, a partidos políticos enteramente afines con los intereses del capital. Y el mejor recurso de un ladrón para ocultarse es gritar ¡Al ladrón! y señalar a otro. Para saber quién es el verdadero fascista, basta saber a quién favorece su cómplice, el gran capital, y a quien apoyan sus otros cómplices, las iglesias y los imperios.
Usted relacionó a la clase media aterrorizada por convertirse en proletaria con el fascismo. ¿Cómo la clase media puede ser un elemento del fascismo?
-La clase media vive entre dos angustias: la de saber que le es muy difícil elevarse hasta la élite y muy fácil empobrecerse. Pregúntenle a las clases medias de Estados Unidos y Europa, hoy en día con altas tasas de desempleo, desalojadas de sus viviendas y sin futuro. Lo único que les resta a esas clases es la defensa de su identidad, el sentir que por mucho que se empobrezcan son distintas de la clase obrera o de los simples pobres, a los que odian.
Entre los más racistas de Estados Unidos se encuentran algunos blancos pobres, obsesionados por el temor de descender a un nivel inferior: al de los hispanos o los negros. Las élites los convencen de que la violencia fascista es el único medio de evitar el desclasamiento.
Las bases sociales del fascismo siempre fueron las pequeñas burguesías a quienes se aterrorizó con la amenaza de que acabarían siendo proletarias.
-El historiador Charles Maier señala que hacia 1927, 75% de los miembros del partido fascista italiano pertenecía a la clase media y media baja; sólo 15% era obrero, y 10% pertenecía a las élites, que sin embargo, por las altas posiciones que ocupaban en el partido, fijaban sus objetivos y políticas. Algo parecido sucedió con el nacionalsocialismo alemán.
¿Qué otros elementos y mecanismos considera esenciales del fascismo?
-El anticomunismo y el antisocialismo. La violencia paramilitar para destruir sindicatos u organizaciones sociales de la clase trabajadora. La violencia y el asesinato para conquistar el poder o mantenerse en él. La creación de campos de exterminio o de concentración para los opositores. El antiintelectualismo. La misoginia, pues desprecian u odian a las mujeres. El desprecio étnico y racial hacia sus opositores. El elitismo. El robo de consignas o de simbologías a movimientos populares.
¿Existen formas de fascismo en Venezuela? ¿Ha habido antecedentes importantes en el país?
-Hubo en Venezuela un movimiento fascista llamado Tradición, Familia y Propiedad al cual perteneció el candidato opositor.
¿Tiene un peso en Venezuela este término, tomando en cuenta que Europa fue la cuna del fascismo?
-Europa es la cuna de muchas pestes que se han esparcido por el mundo, como el imperialismo, el colonialismo y el racismo. De hecho, el fascismo europeo está vinculado con el intento de conquistar colonias por parte de países que llegaron tarde a la unificación nacional, como Italia y Alemania.
Al intentar conquistar lo que ellos llamaban su espacio vital, fueron destruidas por otros imperios que ya se habían repartido el mundo, como el británico, el estadounidense y el francés. Muchos compatriotas que aborrecen su propio país quieren sentirse europeos; nada de raro tiene que se quieran sentir fascistas.
La palabra "fascista" ha sido bastante manoseada últimamente en el país, incluso Antonio Pasquali lo tildó a usted así por declarar ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que en el país existía plena libertad de expresión. Al igual que algunos políticos de la derecha, él considera al Gobierno nacional como "totalitario" y "mentiroso" y, en consecuencia, "fascista". ¿Qué lectura tiene de ello?
-Antonio Pasquali no es más que un ignorante irrecuperable. Cada fascista juzga por su condición. Creo que es el único caso en el cual ha fracasado la misión alfabetizadora Robinson. La ignorancia es el más perfecto caldo de cultivo del fascismo.
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