La
MUD se desintegra, saltado los pedacitos que la conformaban. No es la
primera vez, ni será la última. Tantas veces ha pasado: las mismas
caras, las mismas intenciones siempre fallidas, la misma única propuesta
del atajo, del golpe, del sabotaje petrolero, del desconocimiento de la
voluntad del pueblo; bajo la misma batuta que les quita la voz propia,
que no admite reflexión, que secuestra la razón arropando con la sombra
de la sospecha a cualquiera que exprese una sola palabra que no esté en
el guión. Los mismos que volverán con un logotipo renovado, con un nuevo
eslogan que dirá lo mismo de siempre, y un nuevo nombre altisonante con
ínfulas de gloria salvadora. Nada nuevo bajo este sol que ha visto la
misma película mil veces repetida.
Volverán
las fotos con sonrisas tiesas, los apretones de manos que quisieran
fracturar cada huesito de la mano apretada, las caras desteñidas de tan
lavadas anunciándose como el nuevo liderazgo, la nueva opción ciudadana
-nunca popular-, aunque disfrazada de populachera. Volverán adecos y
copeyanos de siempre en todas sus nuevas denominaciones a repartirse las
migas y los dólares del Departamento de Estado que los hacen bailar.
La
MUD se desintegra y el opositor promedio, ese que no milita a favor de
nada sino en contra del chavismo y que, teledirigido, pone en stand by
su cotidianidad para sumergirse en cualquier aventura guarimbera y otro
día se apaga y aquí no ha pasado nada hasta que vuelva a pasar. Esa
llamada sociedad civil decente y pensante que aplaudió el golpe de Abril
y “¡te queremos Pedro!”, aunque hoy ni pío porque el pasado no existe y
menos si huele a fracaso. Esos que, durante el sabotaje petrolero,
deliraban de dicha porque el país se hundía con ellos adentro. Los de
las firmas planas, los que se tragaron el cuento del fraude todas las
veces, los que creyéndose inmunes se burlaron del cáncer. Los que
descargaron su arrechera. Los que aplaudieron las guayas que degollaban
incautos, los paladines de “La Salida” reciente y fallida, que hoy salen
de vacaciones mientras la MUD se desintegra.
Ellos
están ahí, con su militancia suicida de vacaciones hasta que la
Coordinadora Democrática, -perdón- la MUD, se termine de lavar la cara
cambiándose el nombre y el Departamento de Estado escoja a su nuevo
monigote.
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