O
sea, uno no tiene en quién confiar: años y años Maria Corina
diciéndonos que aquí nos gobernaban desde La Habana, y uno con ese
terror y esa rabia, o sea, porque esos cubanos malvados nos estaban
dirigiendo la vida y directo al abismo castro comunista, pero no, o sea…
Y
nosotros fúricos con Cuba y los verdaderos malucos los teníamos en
nuestras narices, ahí, donde tantas veces buscamos el almuerzo del
domingo, para llevar, of course… Ahí, donde uno iba tan tranquilo y
pedía arroz, chop suey, pollo agridulce y lumpias… Los malos, amiguis,
¡eran los chinos!
Ya
algo intuía porque desde hace tiempo, cuando quiero comer chino el
cuerpo me grita sushi, que parece chino pero es japonés, o sea, que la
naturaleza es sabia, además que no me van a comparar un California roll
con una lumpia, o sea… Pero el cuento no es el sushi, el cuento son los
chinos que, o sea, se han apoderado de nuestro país mientras nosotros
marchábamos con consignas equivocadísimas como aquella tan melodiosa que
decía “Y no, y no, y no me da la gana, de una dictadura como la
cubana.” Nosotros marchando y los chinos muertos de la risa, aunque la
verdad es que el único chino muerto de risa que he visto en mi vida es
ese gordito de porcelana que tienen en esos restaurantes que juro no
volver a pisar, y que si uno le soba la barriga y que da suerte, o sea,
pero será suerte para los chinos, porque nosotros estamos empavados como
si todos los días fueran friday 13th, o sea, viernes 13.
Y
así fue como amanecimos colonizados por el imperio chino. Vinieron la
semana pasada y compraron hasta La Torre de David, o sea, donde un
montón de chavistas que vivían ahí fueron sacados por el mismo gobierno
por el que ellos dicen que votaron, aunque todos sabemos que nadie votó
por este gobierno, o sea, pero los sacaron, según, para llevarlos a unas
viviendas dignas; pero sabiendo que los chinos están de por medio, o
sea, yo temo por esas personas, o sea, aunque no temo mucho, no vaya a
ser que me los quieran mudar para mi urbanización.
Así
que me chocan los chinos, o sea, por apoderarse de mi pobre país, o
sea, y por algo peor: esos chinos hurriblis comen perritos, o sea que
¿se acuerdan de “se van a llevar a los niños a Cuba? O sea, no. ¡Ahora
se llevarán a nuestras peludas mascotas a China! A Fluffy, o sea,
¡S.O.S!
Ki$$e$,
Kiki Aranguren
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