Clara, la de la vida
oscura, hace su tradicional malet
a de julio mayamero. Revisa su los
últimos detalles y nota que olvidó el desodorante. Frunce en vano su
cara que ya no da para más fruncimiento. En el baño, abre un gabinete
del que se desbordan decenas de frasquitos de su desodorante en crema,
ese que huele a “baby powder” y que blanquea la delicada piel de sus
axilas perfectamente depiladas. “Menos mal que los compré todos aquel
día y que compro todos cada vez que hay”. -Piensa con una mueca torcida
que se supone es su sonrisa.
“Recuerdo la cara de aquella vieja que
me miraba con odio chavista -valga la redundancia- cuando le arrebaté la
caja de desodorantes al acomodador que pretendía ponerlos en los
anaqueles. Vieja insolente que pretendía llevarse uno de mis
desodorantes, con ese discursito idiota de que alcanzaría para todos,
señora, si usted no se llevara los 60 potes que trae esa caja. Los chavistas y su empeño de que alcance para todos es lo que tiene en ruinas a este pobre país”.
Fruncida revisa su boleto
Caracas-Miami-Caracas y lo estruja contra su árido pecho como queriendo
dar un abrazo solidario a quien le vende los únicos momentos felices que
recuerda de estos quince años, porque para Clara, la felicidad solo existe en el momento en que subes a un avión para irte de aquí…
“Y ahora esto, a estas empresas que tuvieron a bien venir a este fin de
mundo a vendernos sosiego y el comunismo que pretende secuestrar el
fruto de su trabajo restringiendo la libertad de empresa a empresas que
sí saben de libertad de ídem. Y con esos argumentos de pacotilla, ¿que
nos cobraron por un viaje a cualquier destino cinco veces lo que cobran
por ir al mismo sitio desde Bogotá? Sí, ¿y? Todos sabemos que es
porculpa de Maduro. Y ahora dice el Gobierno que hay que revisar, que
ese abuso no puede ser. ¡Denles sus dólares a esa gente y evítennos la
vergüenza y los vuelos cancelados!… Y la ridiculez de decir que lo hacen
en defensa del salario… ¿Acaso no saben que los asalariados no viajan?
Lo hacen por ofender: ¡llamarnos asalariados a la gente decente y
pensante de este país!”.
Fruncida se va Clara, la de la vida oscura, dejando en su alacena 18 kilos de leche, otros tantos de arroz, azúcar, harina… “porque en este país uno no sabe lo que pueda pasar”.
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