Proliferan secuestros en el Sur de Estados Unidos
AP/Phoenix, Arizona.
Las víctimas son generalmente personas involucradas con el narcotráfico o tráfico de personas, quienes resultan un blanco atractivo ya que tienen mucho dinero.
Una mujer que salía de una óptica es interceptada por cuatro individuos, que la obligan a subirse a una camioneta. Los secuestradores exigen 900 mil dólares por su liberación.
La Policía pronto se da cuenta de que los familiares no cooperan demasiado. Pasado un tiempo, se entera que los parientes de la mujer arreglaron su liberación por su propia cuenta. También descubre que la familia de la mujer se dedica al tráfico de marihuana.
El caso ilustra cómo el negocio del secuestro de personas para cobrar rescate se está popularizando en Estados Unidos, con una característica particular: el blanco de estos secuestros son delincuentes y sus familiares, por quienes se piden rescates de más de cien mil dólares.
En la zona de Phoenix se está registrando un promedio de un secuestro por día y la Policía sospecha que hay una relación entre los secuestros y la aparición en los últimos tiempos de numerosos cadáveres atados y acribillados.
Las víctimas de los secuestros son generalmente personas involucradas con el narcotráfico o con el tráfico de personas, quienes resultan un blanco atractivo ya que tienen mucho dinero, pueden reunir grandes sumas de efectivo en poco tiempo y difícilmente recurren a la Policía por temor a que sus propios negocios turbios salgan a la luz.
“Nunca hemos tenido una víctima totalmente limpia”, comentó el sargento Phil Roberts, quien investiga los secuestros. “Siempre hay algún tinte delictivo. O son delincuentes ellos mismos, o son parientes de uno”.
Los secuestradores son también traficantes, que buscan dinero o castigar a algún rival.
En Phoenix se denunciaron más de 340 secuestros el año pasado y la Policía dice que la cifra real debe ser mucho más alta ya que muchos casos no son reportados a las autoridades.
En la zona de San Diego también ha habido un aumento en los secuestros en el último año y se han denunciado hasta dos o tres en una semana. Algunas de las víctimas estaban vinculadas con el narcotráfico.
Pero Phoenix parece ser el área donde hay más secuestros. Es además la principal base de operaciones de los traficantes de personas.
Los secuestros son comunes del otro lado de la frontera, en México, donde empresarios y banqueros son un blanco codiciado. La Policía de Phoenix cree que los secuestradores aquí no van detrás de comerciantes legítimos por temor a que sus familias acudan a la Policía.
BLANCO DE PLAGIOS
Los primeros secuestros en la zona de Phoenix se produjeron hace unos tres años, pero han ido en aumento, junto a la violencia relacionada con el tráfico de indocumentados en Arizona.
El contrabando de indocumentados es un negocio que reditúa y una banda que hace ingresar 30 extranjeros sin papeles a través de Arizona puede recaudar entre 45 mil y 70 mil dólares.
Los secuestradores pueden conseguir grandes sumas de dinero en poco tiempo, incluso a mitad de la noche. En una ocasión, alguien que acudió a las autoridades se presentó con más de 300 mil dólares en efectivo, guardados en cajas de cereales, para ser usados en el rescate.
Muchos de los secuestros se producen en las viviendas donde los traficantes retienen a los indocumentados hasta que pagan lo que les deben. Los secuestradores ingresan por la fuerza a esas casas o a las de familiares de los traficantes, golpean a la gente, la atan y huyen hacia sus escondites.
Con frecuencia los rehenes son torturados mientras los secuestradores negocian con sus familiares. Se le puede cortar un dedo a la víctima. O se llama a un individuo y se hace que escuche por teléfono mientras violan a su esposa. En una oportunidad dos contrabandistas de personas que habían sido secuestrados fueron obligados a pararse en un cubo con agua mientras sus captores les aplicaban descargas eléctricas.
Los familiares generalmente acuden a la Policía sólo como último recurso. E incluso en esas ocasiones pueden hacer a un lado a los investigadores y resolver las cosas por su propia cuenta.
A veces los secuestrados aparecen muertos en el desierto, a menudo con tiros en la cabeza y el pecho, y con sus manos atadas atrás.
“Es normal (que suceda eso) si no pagan. Son sanguinarios”, expresó el sargento de la Policía Joel Tranter.
ACTIVIDADES ILEGALES
La Policía sabe poco de la liberación de la mujer de 44 años que fue secuestrada frente a una óptica en Phoenix en mayo pasado.
En un primer momento el esposo de la mujer le dijo a la Policía que no sabía por qué había sido secuestrada y que su familia no estaba involucrada en actividades ilegales.
Los investigadores sospecharon que tanto el individuo como su hijo no decían todo lo que sabían. El hijo había reconocido la voz de uno de los secuestradores durante una llamada telefónica, pero se mostró evasivo cuando se le pidieron detalles.
Posteriormente la Policía comprobó que el negocio de procesamiento de carne y productos agrícolas de la familia había sido investigado en 2003, bajo sospecha de que era una operación para encubrir actividades posiblemente relacionadas con el tráfico de drogas.
El marido finalmente admitió que a sus dos hijos les habían robado 150 libras (68 kilos) de marihuana y que le debían dinero a la gente que les suministraba la droga. Terminaron saldando la deuda, pero los traficantes les pidieron otros 50 mil dólares.
La Policía dijo que la familia, asesorada por un abogado, se negó a responder a las preguntas de los investigadores y a ayudarlos a identificar a los secuestradores. La familia no quiso conceder una entrevista.
La Policía dijo que no persigue a víctimas o testigos de secuestros porque necesita de su cooperación.
Las autoridades aseguran que en casi todos los casos en los que los familiares cooperan con la Policía, la persona secuestrada es rescatada, a menudo luego de que equipos policiales especializados en redadas toman por asalto una vivienda.
En otros casos, la Policía descubre el secuestro cuando vecinos reportan actividades sospechosas o cuando alguien que pasa por el lugar observa el secuestro. En una ocasión, alguien que estaba en su vehículo esperando el cambio de luces vio cómo un individuo que tenía los pies y las manos atadas lograba salirse de la cajuela de un auto.
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