Ese fracaso que llaman oposición nos instruye. Nos llevó a entender las estafas del arroz «saborizado», de las inmobiliarias, de las agencias de automóviles, el oro, etc. Y ahora este fotomontaje de 6˚ Poder de las mujeres que encabezan poderes públicos en atuendo de cabaré. ¿Qué quiso decir? Ha sido arduo para la semiótica determinar qué quiere decir el que comunica, sin caer en el juicio de intención de la Inquisición. Hay que estudiar su contexto: los ataques sistemáticos a las instituciones, esta vez empaquetado en cultura misógina. Para esa cultura una mujer independiente no es digna de ocupar poderes públicos sino un cabaré, pues la mujer es solo sexo y cuando es independiente la propia misoginia degrada su sexualidad. Se llama argumento circular.
María Corina Machado no avanzará mucho en su carrera si sigue desviando el tema. ¿Qué dicen las demás opositoras? Carla Angola opina que «más bonitas las pusieron» y denuncia que la llamaron «putica» en el «canal del Estado», sin dar pruebas. Así anda nuestro lenguaje político.
Pierre Bourdieu, cada día más fundamental, decía que «somos hablados por el lenguaje», que nos dejamos llevar sin reflexión por lo que sus reglas nos hacen decir. No debemos descuidar el machismo del discurso occidental, inspirado en las tres religiones monoteístas y misóginas de raíz semítica, aunque la misoginia se da igualita en otras culturas y religiones. La mujer ha conquistado espacios y más respeto, pero ya ves que todavía falta porque alguna prensa sigue en la era del Apartheid misógino, que he llamado la Era del Machismo Feliz, cuando nadie, ni las mujeres, con excepciones, le llevaba la contraria. 6˚ Poder instaló su fotomontaje en la misoginia reinante: «La mujer la pata quebrada y en casa» y, si no, es una «cualquiera». ¿Les azora que cuatro de los cinco poderes estén presididos por mujeres? Es por una duda que tengo.
¿Se denigra a una mujer pintándola como cabaretera? Es por otra duda que tengo. Grave. Porque ahí está el punto. Si nos dejamos hablar por el lenguaje, execramos a las mujeres emancipadas. La vida sexual judeocristiana tiene esos accidentes y hasta hubo quien inventó la tradición de que María Magdalena fue lo que la misoginia llama «prostituta», conseja que los Evangelios no mencionan pero que es muy útil ideológicamente. Ni me va ni me viene esta viruta teológica, solo la señalo porque es síntoma de la siguiente perversión: la mujer o es Santa María o es cabaretera. Sumisa en ambos casos. Esa bifurcación alimenta la contundencia de la mentada de madre, la condescendencia paternalista y la difamación de las trabajadoras sexuales.
Hace años un pintor que se hacía llamar Juana representó a Simón Bolívar vestido de mujer, lo que se consideró una afrenta. Pero ¿el traje femenino es afrentoso? ¿Y si una mujer hubiera liderado la Independencia? ¿Por qué ocultaron a las que pelearon en esa gesta? A las heroínas de hoy el machismo las tapa pretendiendo degradarlas. ¿Ves por dónde va el designio del pasquín misógino? Y no me diga ningún revolucionario que a la mujer hay que protegerla como si fuese una chiquilla, porque ahora hay militares con las faldas bien puestas.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
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