Una
manera de parecer buena gente es guardar las formas, aunque el fondo
sea un basurero. Como los gatos que tapan sus gracias cubriéndolas con
una levísima capa de arena, algunos, digamos que muchos, hacen lo propio
frente a la injusticia maquillándola con eufemismos políticamente
correctos. Como si cambiando la forma de decir las cosas se arreglara
todo.
Es
así como ahora la señora de servicio se llama gerente de hogar y es
como un miembro más de la familia, pero eso sí, con el mismo sueldo al
margen de la ley del trabajo, con la misma tarea de recoger las medias y
los calzones regados con desconsideración por el suelo, “porque para
eso se le paga”; con sus almuerzos confinados a la soledad de la cocina,
en vajillita plástica aparte, distinta a la que lava después de que
come la familia, “porque uno no sabe qué enfermedades trae de su
barrio”; vetada de la vida de las personas cuya casa gerencia, sirviendo
pasapalos en piñatas a las que sus hijos no son invitados “porque le
pegan malas mañas a los míos”. Mi cachif… -perdón- la gerente de mi
hogar…
Moda
políticamente correcta para quedar bien, probablemente importada de
Miami, donde los camilleros de los hospitales se llaman transportólogos;
los que recogen los carritos de compra en los estacionamientos de las
tiendas se llaman parking engineers; los conserjes, ingenieros de
mantenimiento; muchos de ellos indocumentados, subpagados, oprimidos
pero con un trabajo de nombre importante, para que crean mientras sudan
la explotación.
Es
tragicómico porque la mayoría de estos eufemistas son víctimas de la
misma técnica de la caja del arena del gato que aplican. Empleados en
grandes empresas cuyo el dueño, desde un video, les asegura que son
parte de una gran familia, los parientes más cercanos, los gerentes.
A
diferencia de la gerente de hogar, que no despega los pies de la
realidad que pisa, ellos gustosos se tragan el cuento, porque es la
razón de sus vidas. Esclavos con grilletes de deudas chapotean en un
charquito de ingenuidad y arrogancia, empeñados en ignorar que son
vetados del mundo del dueño, que, como la gerente de hogar, también son
gerentes, sí, con su vajillita plástica, su mesa aparte y su muralla
anti malas mañas… el mismo desprecio, la misma mentira.
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